12 de noviembre de 2010

Un fin se semana en Palencia (con P de Paisaje)- Parte 2

(Para Peridis, para que vea que, aunque cornudo, no soy rencoroso)  
“Y hay tierras tan bonitas y bellas, y tan llenas de cosas buenas que, los afortunados
 que las habitan, se creen que no puede haber nada mejor lejos de ellas”.
Alfonso G.R. 
(se te echará de menos…).
visita nocturna al monasterio con el fantasma del monje…
Descanso en el hotel, cena en el restaurante de la posada del Monasterio de Santa María 
–los camareros simpáticos, divertidos, atentos, hábiles en el toreo de las siempre-preocupadas-
por-lo-que-comerán-sus-niños mamás. Sé que repito siempre lo de los camareros amables 
pero como solamente los encuentro al salir de Pamplona, no me deja de alegrar saber 
que existen y se pueden ver, visitar y bromear con ellos.
Al acabar la cena, son las once la noche, algún niño duerme ya en su carrito, nos dan 
a cada uno una vela (eléctrica, que al agitarla se enciende y al agitarla nuevamente se 
apaga). Y así mayores, niños y niñas nos dirigimos en la oscuridad, por el antiguo 
huerto, hacia la entrada del Monasterio donde la guía da dos golpes secos en la puerta
 que resuenan en la noche palentina. Un monje vestido con hábito blanco nos recibe 
aparentemente malhumorado por haberle despertado del sueño eterno. Los niños y niñas
 se agarran a sus papas con su manita insegura y la vela temblando en la otra (ahora 
nada con sus mamás…).
“¡¡A qué han venido ustedes aquí¡!! ¡!!A molestar!!!!” Silencio. Sepulcral. Hasta que 
Rodrigo, hijo de Jeremy, rompe el hielo y responde con voz asustada y sonrisa de 
pillastre “y a rezar…”. Unos reímos, otros aguantan la carcajada a costa de derramar 
una lágrima por el ojo, otros miran para otro lado tapándose la boca.   
El monje fantasma, mostrando un indisimulado enfado por tener que levantarse para 
mostrar sus dependencias a los visitantes, nos va explicando el claustro, la sala capitular,
 las dependencias abaciales,… todo ello a la luz de las velas. El espectáculo es precioso
 y la explicación tiene su encanto. Además, según vamos paseando, se va oyendo un 
chirrido, un ruido de tuercas, goznes, roces con las esquinas,… que hace que de vez 
en cuando miremos para atrás para ver que… afortunadamente son Jeremy y el carrito
 de Daniel que duerme plácidamente a pesar de que su padre no le ha echado “tres 
en uno” al coche desde que nació mi tocayo.
En un momento dado Josechu, nuestro reportero, hace una foto del monje junto a su
 hija Sara. El flash nos deslumbra a todos, incluido al monje que grita “¡!!atrás, eres 
el demonio¡¡¡”. Sara, tres años pero valiente e indignada, le dice al monje con voz 
angelical “¡¡que no, que es mi padre¡¡” Entrañable.· 
Esto me recuerda a una anécdota relativa a una niña que estaba dibujando muy 
afanosamente en clase de religión. La profesora curiosa por la concentración y 
empeño de la niña le pregunta “¿qué estás dibujando?” a lo que la niña responde 
“¡a Dios!”. La profesora, divertida, le responde “!!Pero si es que nadie sabe cómo 
es Dios¡¡” a lo que la niña sin dejar de dibujar le responde “¡¡ pues en dos minutos 
lo van a saber¡¡”. 
Terminamos la visita con un montaje audiovisual realmente espectacular en la iglesia 
donde se van proyectando diapositivas tanto en el ábside como en los muros y 
columnas. Música e imágenes nos cuentan la vida e historia de la comarca, de la 
iglesia y sus gentes. Me encanta, nos encanta pero, son las doce de la noche y 
algunos niños y niñas o vagan como fantasmas por la iglesia o han cogido postura 
en el regazo de sus madres (ahora con ellas…).


La senda del oso 
El domingo, tras el masivo desayuno (por el número de personas que desayunamos juntas
 y el número de tostadas que me meto –hace tiempo que el borde –no esquina, sino 
desagradable- de mi peso me insulta todas las mañanas llamándome 90 kilos y creo 
que cuando vuelva sus improperios subirán de tono-) nos vamos rumbo a la ruta del
 oso y, si da tiempo al bici-rail. Parte de la expedición descansa en la casa, parte hace
 las maletas porque esa misma tarde toca volar a… ¡vete tu a saber¡
La marcha del oso, paseo ideal para familias, comienza cruzando el puente sobre las
 limpias aguas de un imberbe Pisuerga al que le queda un buen trecho para hacerse un
 río y, aprovechando que pasa por Valladolid, hacerse famoso. Su nacimiento en la Fuente
 del Cobre no queda lejos pero lo dejamos para otra ocasión. Nuestro amor por Palencia 
con P de Paz no ha hecho más que comenzar. Esta tierra tiene algo especial, irradia paz,
 con P de Palencia, enamora con E de encanto.
Nada más entrar en calor comenzamos la subida por el camino de la cañada (unos cuantos
 “¿cuanto falta?” y “¿Cuándo llegamos?” empiezan a sonar) que va hacia el mirador de la
 Matas donde se ve una maravillosa panorámica. Continuamos por el paraje de Peñas 
Negras disfrutando de las vistas del Curavacasque que junto con el Espiguete son los picos
 mas característicos de la Montaña Palentina (la rebelión toma forma “!estoy cansado¡”,
 “llévame aupa”), para sumergirnos en un robledal donde el oso ha dejado su rastro (y
 alguno de nuestros hijos “papa, tengo ganas de…” también). Aparecemos por fin en 
un pequeño valle que nos deja ver los pueblecitos de Polentinos y la Peña del Oso.
Para los que conocemos la Palencia del Camino de Santiago, magnífica, extensa, mística,
 sufrida como el carácter castellano, amarilla y azul (recuerdo que un peregrino belga, 
con el que me encontré haciendo el camino de Santiago y que en vez de rezar leía a 
Machado, me enseño a ver este paisaje mirándolo entre mis piernas –dicho así…suena…- 
para que viera como parecía una playa amarilla con un mar azul al fondo), toda esta 
zona es una bonita sorpresa.  
En bici-rail por el valle de Muda
Para finalizar la jornada hemos quedado en Salinas a la 1 de la tarde para, ya sola la 
familia Cañas-Echeverría, dar un paseo en el bici rail que te permite recorrer las vías
 del antiguo tren minero montando sobre bicicletas que a su vez están dispuestas en
 una plataforma que hace las veces de vagón. 
El recorrido tiene una duración aproximada de una hora, cuarenta minutos largos de
 ida y veinte minutos cortos de vuelta ¿Por qué? pues porque una pendiente del 5
 por mil a la ida se nota, vaya que si se nota. La experiencia es muy bonita. A la ida 
un vagón lo componemos Paula y yo y el otro Ana y María. A la vuelta, cambiamos
 porque dice María que con papá es más guay (ahora quieren con ellos). La vuelta
 la hacemos a tal velocidad que pensamos que vamos a descarrilar. Muy, muy divertido.
 María pega gritos, mezcla de emoción y vértigo. En el recorrido atravesamos varios
 puentes sobre arroyos y disfrutamos de la belleza del valle de Mudá y si no estás
 atento a las ramas te puedes dejar la diadema, la lentilla o la peluca, en algunos 
puntos del recorrido. 
Del Siglo XX de Aguilar al siglo XVI de la ínsula Barataria
Sigo los consejos de mi amigo Alfonso y comemos en el restaurante Siglo XX de la 
plaza de Aguilar de Campoo rodeado de fotos de artistas de Hollywood y, entre ellas, 
la de Concha Velasco. Después del ejercicio –quien pedalea es el adulto- tenemos más
 hambre que vergüenza y no queremos que nos pase lo que a nuestro amigo Sancho,
 como gobernador de la ínsula Barataria: 
“… Cesó la música, sentóse Sancho a la cabecera de la mesa, porque no había más
 de aquel asiento, y no otro servicio en toda ella. Púsose a su lado en pie un personaje, 
que después mostró ser médico, con una varilla de ballena en la mano. Levantaron
 una riquísima y blanca toalla con que estaban cubiertas las frutas y mucha diversidad
 de platos de diversos manjares;……otro que hacía el oficio de maestresala, llegó un 
plato de fruta delante; pero, apenas hubo comido un bocado, cuando el de la varilla 
tocando con ella en el plato, se le quitaron de delante con grandísima celeridad; pero
 el maestresala le llegó otro de otro manjar. Iba a probarle Sancho; pero, antes que
 llegase a él ni le gustase, ya la varilla había tocado en él, y un paje alzádole con tanta
 presteza como el de la fruta...… el de la vara respondió: 
-No se ha de comer, señor gobernador, sino como es uso y costumbre en las otras
 ínsulas donde hay gobernadores. Yo, señor, soy médico, y estoy asalariado en esta
 ínsula para serlo de los gobernadores della, y miro por su salud mucho más que por 
la mía, estudiando de noche y de día, y tanteando la complexión del gobernador,
 para acertar a curarle cuando cayere enfermo; y lo principal que hago es asistir a
 sus comidas y cenas, y a dejarle comer de lo que me parece que le conviene, y a 
quitarle lo que imagino que le ha de hacer daño y ser nocivo al estómago; y así,
 mandé quitar el plato de la fruta, por ser demasiadamente húmeda, y el plato 
del otro manjar también le mandé quitar, por ser demasiadamente caliente y 
tener muchas especies, que acrecientan la sed; y el que mucho bebe mata y consume
 el húmedo radical, donde consiste la vida.
- Desa manera, aquel plato de perdices que están allí asadas, y, a mi parecer, 
bien sazonadas, no me harán algún daño.
A lo que el médico respondió:
- Ésas no comerá el señor gobernador en tanto que yo tuviere vida.
- Pues, ¿por qué? - Sancho.
Y el médico respondió:
- Porque nuestro maestro Hipócrates, norte y luz de la medicina, en un aforismo 
suyo, dice: Omnis saturatio mala, perdices autem pessima. Quiere decir: «Toda
 hartazga es mala; pero la de las perdices, malísima».
- Si eso es así - dijo Sancho -, vea el señor doctor de cuantos manjares hay en 
esta mesa cuál me hará más provecho y cuál menos daño, y déjeme comer dél
 sin que me le apalee; porque, por vida del gobernador, y así Dios me deje gozar, 
que me muero de hambre, y el negarme la comida, aunque le pese al señor doctor 
y él más me diga, antes será quitarme la vida que aumentármela
.
- Vuestra merced tiene razón, señor gobernador - respondió el médico -; y así, es 
mi parecer que vuestra merced no coma de aquellos conejos guisados que allí están,
 porque es manjar peliagudo. De aquella ternera, si no fuera asada y en adobo, aún 
se pudiera probar, pero no hay para qué.
Y Sancho dijo:
- Aquel platonazo que está más adelante vahando me parece que es olla podrida, que 
por la diversidad de cosas que en las tales ollas podridas hay, no podré dejar de topar
 con alguna que me sea de gusto y de provecho.
-Absit! - dijo el médico -. Vaya lejos de nosotros tal pensamiento: no hay cosa en el 
mundo de peor mantenimiento que una olla podrida…
Oyendo esto Sancho, se arrimó sobre el espaldar de la silla y miró de hito en hito  
al tal médico, y con voz grave le preguntó cómo se llamaba y dónde había estudiado. 
A lo que él respondió:
-Yo, señor gobernador, me llamo el doctor Pedro Recio de Agüero, y soy natural de
 un lugar llamado Tirteafuera, que está entre Caracuel y Almodóvar del Campo, a 
la mano derecha, y tengo el grado de doctor por la universidad de Osuna.
A lo que respondió Sancho, todo encendido en cólera:
-Pues, señor doctor Pedro Recio de Mal Agüero, ……quíteseme luego delante, si no, 
voto al sol que tome un garrote y que a garrotazos, comenzando por él, no me ha
 de quedar médico en toda la ínsula, a lo menos de aquellos que yo entienda que 
son ignorantes; que a los médicos sabios, prudentes y discretos los pondré sobre 
mi cabeza y los honraré como a personas divinas. Y vuelvo a decir que se me vaya, 
Pedro Recio, de aquí; si no, tomaré esta silla donde estoy sentado y se la estrellaré
 en la cabeza… …  que oficio que no da de comer a su dueño no vale dos habas.”
Siglo XX, una desilusión,  muchas galletas y hasta Pronto (con P de Palencia) 
Tras comer todas las partes posibles que un marrano puede ofrecernos a la brasa 
(a mí, como dice mi primo Juan Antonio, “del cerdo me gustan hasta los andares”) 
las chicas se van a pasear a la plaza y yo al pagar, pregunto, cómo no, si se le ve
 a Peridis por el pueblo. Intrigada la mesonera por mi interés en tan local personaje
 le cuento el desamor y sufrimiento de mi primer encuentro con él. 
La mujer que no puede aguantarse la risa me dice que “de Peridis se puede esperar 
cualquier cosa” y me también me dice lo que no quería oír… lo que temía oír… lo que
 no debía haber oído… quien me manda preguntar,… Me dice que desde hace casi diez
 años se le ve por Aguilar pero con otra, sí con otra, lo mío no significó nada, con una
 tal Carmen, sevillana, mujer (ahora ex) de un tal Felipe, (ex)presidente de una tal (Ex)paña. 
  La mujer, entendiendo mi disgusto me invita a un licor de hierbas casero que me lo tomo
 para ahogar mis penas (aunque todos sabemos que las penas flotan…).
Compramos galletas en la fábrica Gullón (2 sacos de galletas por 24 euros) y mirando 
hacia atrás decimos hasta Pronto (con P de Palencia) a esta tierra que nos ha enamorado,
 que nos ha dejado con las ganas de volver otra vez y probablemente otra y otra,… 
Dejamos atrás el aire con olor a galleta María. 
Hay tierras en las que parece que tienes que pedir permiso para entrar y visitarlas, 
otras en cambio parecen disculparse por que tengas que pasar por ellas y te ofrecen 
todo lo que tienen porque no tienen otra cosa. Las primeras te hacen sentir de prestado,
 extraño, aunque sean bonitas. Las segundas, te hacen sentir en casa. Palencia es una
 de éstas. Y tiene mucho, mucho que ofrecer. Pero no se lo digáis a nadie…

 
Pamplona, 16 de Octubre de 2010. 

Hasta pronto con P de Pronto, Peridis, Pamplona y Palencia, cómo no¡ 

Me quedo escuchando Free Bird, de Lynyrd Skynyrd, en la que Allen Collins 
hace uno de los solos de guitarra más alucinantes de la historia del rock. Casi
 cinco minutos de solo frenético. Lynyrd Skynyrd fue uno de los grandes grupos 
de la música de todos los tiempos, el primero y único que tocaba con tres 
guitarras principales, Más conocidos por “Sweet Home Alabama” -respuesta a
 las canciones "Southern Man" y "Alabama" de Neil Young, hippy norteño que 
criticaba el carácter de las gentes del sur negro- y cuyo cruel destino les esperó 
en el avión en el que murieron, la semana que viene hará 33 años, el cantante, 
Ronnie Van Zant, el guitarrista, Steve Gaines, su hermana, la corista Cassie Gaines 
y el manager Dan Kilpatrick.
Os dejo con Free Bird que comienza así…(cuesta cargarse el video pero es precioso, 
concierto en vivo, en la BBC, año 75, dos antes de la tragedia)
http://www.youtube.com/watch?v=CkTQUtx818w 
IF I LEAVE HERE TOMORROW,
WOULD YOU STILL REMEMBER ME?
FOR I MUST BE TRAVELLING ON, NOW.
´CAUSE THERE´S TOO MANY PLACES I´VE GOTTA SEE.
BUT IF I STAYED HERE WITH YOU, GIRL,
THINGS JUST COULDN´T BE THE SAME.
´CAUSE I´M AS FREE AS A BIRD NOW,
AND THIS BIRD YOU CANNOT CHANGE
THE LORD KNOWS, I CAN´T CHANGE.
(SI ME FUERA MAÑANA,
¿ME RECORDARÍAS?
TENGO QUE PARTIR AHORA
PORQUE HAY MUCHOS SITIOS QUE DEBO VER.
Y SI ESTUVIERA QUÍ CONTIGO, CHICA,
LAS COSAS NO SERÍAN LAS MISMAS.
PORQUE SOY UN PÁJARO LIBRE
Y NO ME PUEDES CAMBIAR
EL SEÑOR LO SABE, NO PUEDO CAMBIAR)

5 de noviembre de 2010

Un fin se semana en Palencia (con P de Paisaje)- Parte 1


(Para Alfonso, y para Mar, Alejandro, Lucía, Diego, Josechu, Iciar, Sara, Pablo, Miguel,
 Mar, Jeremy, Rodrigo, Daniel, Ana, Paula y María)  
“Y hay tierras tan bonitas y bellas, y tan llenas de cosas buenas que, los afortunados 
que las habitan, se creen que no puede haber nada mejor lejos de ellas”.
L.A.G.
mi primera “canción lenta” que bailé en Madrid
Hace exactamente veinticinco años asistíamos en el colegio mayor en Madrid a una 
charla de José María Pérez González, ¿y ese quién es?, Peridis, arquitecto, pero 
conocido por sus viñetas de humor político en El País (peridis en el país) . Dentro 
de las actividades culturales que se organizaban en el colegio mayor estaba la invitación
 a personalidades del mundo de la política, el arte, el humor,… que, tras la charla cenaba
 con un grupo de cinco o seis colegiales.
Nos comenzó hablando de sus tiempos de estudiante en el Madrid de los sesenta a 
dónde fue a estudiar desde su querida Palencia, desde Aguilar de Campoo más 
concretamente. En un momento de su charla, ¡cómo no¡ teniendo en cuenta que 
delante tenía doscientos chicos divertidos y encantados con sus aventuras, 
comenzó a contarnos sus técnicas para ligar (algo que debió de depurar bien 
porque era bajito, calvo, y más bien poco agraciado…- aunque como luego contaré 
algo tendrá….-) y las depuradas técnicas que las chicas tenían para mantener
 a los pulpos apartados. 
Para explicarnos cómo se apañaban las chicas para “durante una lenta” mantener 
a raya al peligroso mancebo, pidió un voluntario de entre el público. En ese momento
 se empezaron a oír gritos de “¡¡un novato! ¡que salga un novato!” Mientras que los
 “veteranos” nos señalaban a los novatos que estábamos sentados entre ellos.
 En un momento las voces cambiaron de “¡un  novato” a “!Daniel, el pamplonica¡” 
Peridis, atento a la jugada, dijo “pues que salga el pamplonica”.    
Como no había salida posible (y mi escaso sentido del ridículo es bien conocido), 
subí sin mucha resistencia al escenario pensando qué se le iba a ocurrir hacer a este
 singular personaje. Yo sería el chico ansioso por aprovechar la cercanía de la 
improvisada chica, representada por Peridis (¿por qué no invitamos a Charo López 
que por aquel entonces era uno de mis iconos “sesuales”?). Peridis me cogió las
 manos y me las puso alrededor de su cintura –avisándome que cuidadito con
 sobrepasarme- mientras colocaba las suyas en mis hombros y me miraba con 
ojos pillos. La banda sonora la ponían el resto del público que berreaban algo 
parecido a un vals. 
Con esa intimidad, la suave música de fondo,… ella (él) me pidió que la apretujara
 contra mí, algo que, por imperativo legal, hice. “!No seas estrecho, aprieta más!” 
me insistía ella (el). En el momento en que ya apreté a la “chica”, con pasión 
desbordada digna de las escenas más tórridas de Nueve Semanas y Media, note 
cómo el codo de “la joven” se incrustaba en un lugar determinado de la zona
 meridional de mi estómago que me hizo ver las estrellas –ella, pérfida como 
casi todas, había dispuesto sus brazos de tal manera que sus manos estaban 
en mis hombros pero sus codos apuntaban a mis…
Después de aquello, ni una carta, ni una llamada de teléfono, (emails no había…) 
ni una tarde al cine, nada, de nada. Todavía no me recuperado de ese desengaño 
amoroso, esa pasión truncada, ese triste final para un momento intenso como 
es el primer amor verdadero. 
mi “primera vez” en Aguilar de Campoo  
Años después asistimos a una boda de nuestro amigo Héctor, por aquellos 
momentos guitarrista del grupo leonés de rock “Los Flechazos” y nos alojamos 
en la Posada de Santa María la Real, donde el recuerdo de Peridis volvió a 
aparecer pues era el responsable de haber creado en Aguilar de Campoo la 
 Fundación Santa María la Real para, entre otros muchos fines, promover
 la conservación, restauración y mantenimiento en su máximo esplendor del
 monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo, una joya de arte 
románico abandonada muchísimos años desde que Mendizábal, el de la 
desamortización, desposeyó de todos sus bienes a la comunidad de monjes
 y cerró el lugar.
Le busqué a mi adorado Peridis por los bares, por las plazas, por las esquinas
 del pueblo sin éxito. ¿Qué sería de él, se habría vuelto a enamorar?  ¿Enseñaría
 a bailar a otro? Pregunté por él. Me dijeron que andaba por Madrid. Que iba poco por
 el pueblo pero –y eso me dolió- siempre bien acompañado. ¡Ingrato!
 
alfonso en el país de las galletas 
Un fin de semana al año nos juntamos con los amigos de Ana de la universidad. 
En total ocho adultos y nueve niños y niñas. Como nos tocaba organizarlo a los señores 
de Cañas me acordé de este lugar –si bien sabía que el recuerdo del corazón partío
 por aquel público rechazo amoroso de mocedad volvería-.
De Aguilar de Campoo no solamente es mi primer desamor (y no último, ni penúltimo,
 ni antepenúltimo, ni…) madrileño sino también Alfonso, compañero de trabajo y una
 de esas personas buenas que hay por la vida. Buena de verdad. Compartimos las 
horas de la comida pues ambos nos llevamos la tartera con comida casera para evitar 
posibles intoxicaciones y úlceras de estómago por la continuada e inconsciente
 asistencia al comedor que graciosamente ofrece la empresa.
En esas comidas hablamos de todo de un poco y disfrutamos de un rato de 
agradable conversación en el que, entre otras cosas, me encanta que me cuente
 su experiencia de los dos años que pasó en China, perdido en algún lugar de ese
 imperio, intentando sacar adelante unos parques eólicos, más solo que la una, 
con un apoyo rancio desde la central y donde comenzó a desarrollar su gran afición,
 la pintura. ¿Por qué? Pues por que una compañera de trabajo pensó que pasaría 
muchas horas solo y le regaló su primera caja de pinturas al óleo. 
¿Y si no se las hubiera regalado? Que responda Marguerite Yourcenar (Les yeux ouverts): 
“a las personas no les gusta descubrir cómo depende su vida del azar, les avergüenza. 
Les gustaría tener una vida más o menos controlada por ellos mismos; y, si no es 
por ellos, por sus pasiones, sus amores, incluso por sus errores. Les parece más 
bello e interesante. Pero que haya dependido simplemente del autobús que ha cogido…” 
 o del regalo que una detallista compañera. 
En este enlace (http://www.flickr.com/photos/quearte ) podéis ver algunas de sus obras. 
A mi me encantan. Aprovecho para, si lo lee, recordarle que tiene pendiente pintarme 
uno basado en el relato de Nápoles que escribí –el hombre está recién casado y 
ahora no quiero presionarle pues entiendo que estará más atareado…-. 


molineros gays en Salinas de Pisuerga
En una de esas comidas Alfonso me recomendó lugares y excursiones por el entorno 
que cumplieran algunas condiciones teniendo en cuenta básicamente que íbamos con
 nueve niños y niñas entre 5 y 12 años. Para alojarnos el lugar elegido fue el Molino 
de Salinas (de Pisuerga), antiguo molino magníficamente restaurado por una pareja 
de homosexuales franceses –sé que estáis pensando que cómo leches sé esto… 
pero es que soy cotilla, muy cotilla, muy muy cotilla (y ya no voy a cambiar) y la
 gobernanta y yo intimamos rápidamente- que decoraron con una mezcla de diseños
 y objetos actuales dándole un ambiente entre clásico, colonial, africano, nórdico y 
veneciano. Ahora esta pareja tiene alquilado el edificio a la Fundación Santa María la 
Real quien lo gestiona.
Era especialmente delicioso sentarse en un sofá y ver el agua del canal (cuérnago, lo
 llaman) rodeado por una preciosa arboleda a través de los inmensos ventanales y 
verla pasar también bajo nuestros pies gracias a un suelo acristalado mientras atraviesa
 el edificio de lado a lado.  
El viernes vamos llegando las diferentes familias. Alejandro y Jeremy dicen que están 
un poco cansados por el jet lag (el primero, acaba de volver de un periplo infernal por 
la Europa del Este a los que intenta colocar los productos de la Fox-Century –Doctor 
House, Canal National Geographic…-, el otro, ha llegado ese mismo día de Méjico donde
 trata de vender los libros de la importante editorial en que trabaja-). Nosotros llegamos
 desde Pamplona y el cambio horario –que provoca un jet lag de diez minutos- también 
nos confunde… (¡¡se iban a pensar que solamente ellos tenían jet lag¡¡). El nuestro es
 jet lag foral…
Mientras los del jet lag se reponen intercambio intimidades con la gobernanta que
 -de algo sirve hablar con todo el que se pone por delante-, nos promete organizar
una visita guiada a la luz de las velas por el Monasterio de Santa María la Real para 
nosotros (4 euros/ persona, –yo también 4 euros-).
Cena en la plaza de Aguilar, bar los Siete Linajes. Comida castellana, contundente, 
sin concesiones a la deconstrucción de Ferrá Adriá y, de postre, un paseo por la plaza 
para respirar el aire con olor a galletas que tiene este lugar -nos cuentan que otros días 
huele a chocolate, a vainilla, a nata,… lo que me parece divertido ¿no?- y pronto a la cama
 que mañana toca excursión.  
 
La senda del roblón
La opción elegida es la senda del roblón ya que el día amanece encapotado, con un
 ligero sirimiri que nos desanima a los más osados a elegir una ruta más larga.
Conocido como “El Abuelo”, se trata de un roble albar de 12 metros de altura y 10 metros 
 de perímetro que tiene más de 800 años. Dejamos el coche en el aparcamiento y una
 corta pero empinada media hora (una hora con prole, carritos,…) nos lleva hasta él 
transcurriendo en su tramo final, por un bosque mixto de robles y hayas.

El roble ha simbolizado desde siempre la fortaleza y la majestad. Los árboles 
centenarios han sido venerados en todas las culturas, considerándose portadores 
de valores simbólicos tales como la sabiduría, la fecundidad, la experiencia. Sus entornos
 y el cobijo de sus ramas sirvieron de escenarios propicios para la celebración de ritos 
mágicos, asambleas, fiestas y aquelarres. Este impresiona. Yo creo que, viéndolo me parece 
igualmente posibles los dos orígenes estimados de la palabra roble: del griego Kerkaleos “duro, 
áspero” o del céltico quercuez "árbol bello".
Dicen que sobrevivió a la caída de un rayo (lo que es cierto es que la herida se puede ver 
en corteza del tronco). Aunque hay una valla de madera y un cartelito muy clarito que dice 
que no se puede traspasar, como mi amigo Alfonso –no quiero cargar la culpa en él, eh?- 
me dijo que todo el que va se hace fotos tratando de abarcarlo con los brazos extendidos, 
pues saltamos la valla, nos colocamos y nuestro reportero Josechu nos inmortaliza. Para 
hacerla necesita cuatro fotos que esperamos que con su habilidades fotográficas integre 
en una. Hay que decir que, siendo dieciséis no tenemos más problema en lograr abarcar los
 diez metros de impresionante diámetro.

La vuelta, cuesta abajo, tranquila. El folleto no cuenta que los frutos de los robles,
 las bellotas, fueron alimento básico para los pueblos cántabros que poblaban estas
 comarcas antes de la colonización romana. Solamente pensar en semejante manjar, 
se nos hace la boca agua y nos recuerda que es la hora de comer.
A comer en San Salvador de Cantamuda
Vamos hacia San Salvador de Cantamuda pasando por Vañes donde está el centro 
terapéutico “Clínica Activa Residencial de Vañes”, centro aparentemente de lujo, 
donde la gobernanta me ha contado –con nombres, apellidos y diagnósticos- que se 
ven caras conocidas del mundo de la política, la canción, el famoso, el deporte,… y 
donde a juzgar por los tratamientos que ofrecen, -desintoxicación médico psiquiátrica, 
deshabituación psicológica, psicoterapias individuales, socio terapias, terapia ocupacional
 (me imagino que a esta última vendrán los políticos para aprender a hacer algo)- no 
vienen de vacaciones.
 
En San Salvador, tras un forcejeo entre las siempre-preocupadas-por-lo-que-comerán-sus-niños
 mamás y la ligeramente rígida encargada, por doce euros, comemos tres primeros platos
 (espárragos con anchoas, sopa de ajo y garbanzos) –no a elegir, sino que comemos los tres-
 y tres segundos (codorniz guisada, carne a la brasa y churrasco) – nuevamente no a 
elegir sino a comer- y dos postres (tarta de queso y fruta) –en este caso a elegir (menos
 mal¡). Todo ello en un decorado muy bonito, o al menos, curioso, en el que las paredes 
están forradas de zuecos negros y bastones de mil y un diseños diferentes. Las hechuras
 de mi pantalón no dan para más, aflojo el cinturón e imagino el chillido que pegará mi 
balanza cuando me suba a ella el lunes por la mañana (a lo mejor evito el encuentro, 
más que nada por no disgustarle).  
Para recuperarnos del atracón damos un paseo por el bello pueblo cuya colegiata fue 
fundada por la Condesa doña Elvira de Castilla a finales del siglo XII (yo no había nacido
 –casi, casi,..- así que no os puedo contar cómo era la Condesa, pero seguro que era
 piadosa a la par que intrigante y pérfida como todas las Condesas) y en cuyo
 entorno surgió la población. Como en todas las iglesias románicas jugamos con los
 niños al veo veo con la variada imaginería de los canecillos que sustentan la cornisa 
del templo –tigres, ciervos, bufones, guerreros, flores, caballos, bueyes,… (haciendo 
un inciso, animo a que los navarros que lean esto o los que vengan a estas tierras, 
vayan a la iglesia del pueblo de Artaiz y descubran en uno de sus canecillos una imagen 
de esa parte del cuerpo masculino que la Dra. Elena Ochoa nombró por primera vez 
en televisión en “Hablemos de sexo”). ¿Os imagináis un capitel de una iglesia construida
 en estos años con decoraciones de tal temática?  
Niños al Pisuerga…
Antes de coger el coche dejamos que los niños se desfoguen en la orilla del río 
saltando de piedra en piedra y evitando mojarse con el salpicón producido por las piedras 
que -¡quién iba a ser¡- lanza desde el puente románico. Balance: un niño y una niña 
desparramados en el agua y sus mamás (no es incorrección, fueron ellas) lanzándome
 una mirada verde fosforito tipo rayos “Caiga quien Caiga”. El “contratiempo” nos obliga 
a buscar un sábado por la tarde un lugar abierto en Cervera de Pisuerga donde comprar
 zapatos y calcetines secos. ¿Misión imposible? No. Hay una tienda  regentada por chinos.
 Misión cumplida. 
Cervera merece una tarde aunque solamente sea por ver dos cosas: En primer lugar,
 la Casa del Parque, centro que permite conocer el Parque Natural Fuentes Carrionas 
y Fuente Cobre-Montaña Palentina. En la planta superior, se halla la sala “En vivo y 
en directo”, que posee una pantalla conectada a una cámara de vídeo que está en 
pleno Parque y puede ser accionada por los visitantes (tratando de ver, cosa nada 
fácil, algún oso de paseo) y el video “El día a día en la montaña” un recorrido por el 
Parque a través de las cuatro estaciones es una preciosidad. 
En segundo lugar el eremitorio rupestre de San Vicente, de camino al cual, nos 
encontramos con unos caballos y potrillos a los que todos los niños (me incluyo) 
damos de comer hierbajos que vamos recogiendo. Una vez que tenemos ganada su 
confianza, viene el número final en el que alguien, quién va a ser, coge un manojo de 
hierba fresca, lo pone en su boca y se agacha para que el potrillo, confiado, coma de ella.
 Los niños saltan y gritan no sé si de miedo (temen por el potrillo…), de contento (a ver
 si se muerde…) o de vergüenza (¡!se están dando un beso¡¡) –mis hijas hace un rato 
que se han escondido para no verme y tener que decirme sus expresiones preferidas 
–“Papá, no seas patético (María) y “ Papa no hagas el ridículo (Paula)”-. 


Un lugar curioso. La ermita está rodeada de una necrópolis, fechada entre los siglos
 VIII y IX, que cuenta con tumbas excavadas en la roca de las que pueden verse 
actualmente una decena. No podemos hacernos una foto tumbados en ellas –¡!!!sacrilegio¡¡¡¡-
 porque están llenas de agua. Pena de foto. Dentro hay una sala rectangular con varias
 entradas y vanos, a los que se suma lo que parece una capilla excavada al este, 
diferenciada del resto por un escalón La ermita y la necrópolis pudieron formar parte 
de un pequeño complejo monástico que contaría con otros edificios ya inexistentes.  
Sé que la amable dependienta de la oficina de turismo nos rogó que los cabritillos que 
saltaban a nuestro alrededor no se subieran por la roca. Lo intentamos, pero es un lugar 
demasiado atractivo para no jugar en él al pilla-pilla, al escondite, hacerte fotos en 
la cúpula,…y si ha aguantado tantos cientos de años no creo que nuestra mal nutrida 
prole haga caer la cubierta (y yo tomé la precaución de no subirme… soy consciente 
de mi bajo estado de forma…).