25 de febrero de 2011

Córdoba con C de Católica (y 6 de 6)

Córdoba con C de Católicos… (y 6 de 6) 
 
(para todos/as aquellos/as que ven a la personas
con los ojos bien abiertos)
LLEGAN LOS BUENOS… FERNANDO III “EL SANTO”
El 29 de Junio de 1236 los musulmanes entregaron las puertas de la 
ciudad a Fernando III, a cambio del respeto de sus vidas y su libertad.
Córdoba nunca volvió a ser la que fue y entró en un período de
decadencia que duro muchos siglos, demasiados. “El Santo” manda
 sustituir todas las mezquitas por iglesias, respetando, gracias a Dios,
Alá o quien-sea, la Medina Aljama en la que únicamente incluyó una
 pequeña iglesia gótica que apenas cambiaba la estructura ni la belleza
de la misma.
Alfonso XI construye el Alcázar de los reyes cristianos y en 1315 permite
que se levante la sinagoga que todavía pervive, no sin problemas “de
tipo urbanístico” porque según la Torah la sinagoga debe elevarse por
encima de las casas del entorno y “el arquitecto municipal cristiano”
asesorado por su capellán no veía con buenos ojos que se viera
demasiado la misma.
El PASTOR QUE SE PASO LA OPINIÓN DE SU REBAÑO
POR EL FORRO DE… SU PALIO
Muchos años estaba durando la mezquita razonablemente preservada
y sin excesivos retoques… hasta que en el Siglo XVI un Obispo llamado
Alonso Manrique pensó que lo que había que hacer era una gran
Catedral para lo que había que derribar gran parte da la ampliación
de Abd-al Rahman II. Los ciudadanos de Córdoba no estaban de
acuerdo con esas obras que destruían parte de la Mezquita, pues sabían
 que era un edificio único, especial y que no existía. Porque era así:
ninguna igual en todo el mundo conocido. Por eso el Concejo de la
Ciudad, el Ayuntamiento, se opuso a la construcción de la catedral,
dictando un pregón prohibiendo a los albañiles, canteros, carpinteros
y peones que trabajasen en la obra de la Iglesia Mayor bajo castigo
de pena de muerte.
Como el Obispo tenía la mitra bien puesta, llevó a un pleito entre el 
Obispo y el Concejo Municipal en el que el Emperador Carlos V que
ni conocía Córdoba, dio la razón al obispo. Los cordobeses en su
desconsuelo pensarían aquello de “Con la iglesia hemos dado, amigo
 Sancho. —Ya lo veo —respondió Sancho—; y plega a Dios que no
 demos con nuestra sepultura”.
Unos años después, en un viaje en el que Carlos V conoció cómo 
era la Mezquita y vio las obras de la Catedral entendió su equivocación
 y exclamó sacándole los colores al Obispo Manrique “si yo hubiera
sabido lo que era esto, no habría permitido que se llegase a lo antiguo,
 pues hacéis lo hay en otras muchas partes y habéis destruido lo que
era único”.
Too late, my friend Charles¡¡ Esto te pasa por hacer caso a los curas y
no al pueblo que es el que pagaba tus caprichos...
En defensa del obispo y su espíritu de grandeza, tengo que decir que el
hombre venía de servir a su dios en Brujas, Bruselas y Amberes y estaba
 acostumbrado a unas catedrales “a todo confort” y eso le perdió… Pero
además, el resultado, para mi gusto es todavía más espectacular, si cabe. 
 Además, siendo honestos, ¿cuánto tiempo iba a durar en pié una
mezquita sin uso…? Yo creo que la construcción de la Catedral la salvó
(y si no estáis de acuerdo, id a buscar la mezquita de Sevilla…)
 
Como el ornitorrinco… 
-mamífero ponedor de huevos, venenoso, con hocico en forma de pico 
de pato, cola de castor y patas de nutria que cuando se lo encontraron
 por primera vez, llegaron a considerado una elaborada falsificación-
….que su mezcla lo hace valedor del premio al mamífero más especial 
y único,
la Mezquita-Catedral resulta todavía más apasionante, más increíble 
( y no sigo que ya he hablado demasiado bien de los curas) y más
representativa de lo que fue Córdoba.
Y DE AQUELLOS BARROS, ESTOS LODOS…
Pero aunque parece que no cambie nada, sí que cambia, se crea el 
latifundismo, el reparto de todo el territorio entre un grupo reducido de
nobles –para algo habían apoyado a sus reyes…- que, muy pronto se
desentienden del destino de la ciudad y de sus habitantes para limitarse
 exclusivamente a la defensa de sus chiringuitos y sus intereses-. Estas
 familias, entre ellas los Fernández de Córdoba (el de las cuentas del
Gran Capitán) campan por sus respetos por toda la ciudad, se apoderan
 de todas las riquezas y de los mandos del poder durante los siguientes
cuatro siglos.
¿Qué vio Richard Ford, centífico y escrito inglés, en Córdoba a principios 
del XIX para afirmar en su libro “Gathering from Spain” que “Esta
Atenas bajo los moros es ahora un pobre pueblo beodo”? 
¿O qué vió George Borrow para ponernos a caldo a todos?- Estos Hijos 
de la Gran… … Bretaña siempre tocando las narices… Por lo menos el tal
Borrow se cuidaba mucho de hablar de más como cuando el posadero
–eran los momentos de las guerras carlistas y el posadero era un acérrimo
 carlista- tratando de que se mojara por un bando u otro le contesto
Mi buen hombre, siempre estoy de acuerdo con las ideas políticas de
aquel con quien me siento en la mesa o bajo cuyo techo duermo, o al
menos intento no dar idea de lo contrario. Ello me ha librado de alguna
 almohada ensangrentada y algún vino enriquecido con “especias””.
Tipo listo.
El caso es que todo el que pasó por Córdoba los siglos venideros, grandes
viajantes y escritores no dejaron escrito más que que el maravilloso
legado de la ciudad se había quedado reducido a escombros, palacios
 abandonados y en ruinas y plazas convertidas en eriales.
Pero esto ya es otra historia…
Y PARA ACABAR UN SUEÑO….
¿Es mucho soñar que se repitan cosas cómo estas….
Cuando los musulmanes cordobeses celebraban las fiestas cristianas
lo hacían con sus paisanos cristianos (si es que cuando hay cachondeo…
 … somos todos iguales –ante la ley, no; ante la juerga, sí). Los
musulmanes de Córdoba que, en su mayoría eran hijos de cristianos,
no renunciaban al placer de festejar aquellos días que habían alegrado
la vida de sus antepasados. Entre las verbenas que montaban juntos
estaban: el nacimiento de Jesús (para ellos el profeta Isa ben Maryam,
 Jesús de María –y de la paloma que siempre se la olvidan…-), la de año
 nuevo –que los cristianos celebraban la circuncisión de Jesús- y el
nacimiento de San Juan.
La Navidad se celebraba el 25 de Diciembre ya que varios siglos antes, 
los curas del siglo IV, muy cucos, la habían trasladado a esa fecha para
 hacer coincidir la celebración del nacimiento de Jesús con la fiesta del
nacimiento del sol, común en las culturas grecorromanas, ya que es
entonces cuando el día empieza a ganar minutos a la noche. ¿Me
excomulgará Martínez Camino, ultra-voz de la Conferencia Episcopal
 por decir esto? No creo. Como mucho se llevará un disgusto porque
seguramente ni lo sepa. 
El último día del año, que para ellos venía a coincidir con el actual día 
de Reyes (la Epifanía, en fino), al no tener a Belen Esteban, la Califa
del Pueblo, ni a Anne Igartiburu, la Princesa Vascona, ni al pelma de
la capa (Ramón García), tenían que buscarse la vida. Por eso, la
noche previa a año nuevo, la consideraban los andalusíes como la
más solemne para la consumación del matrimonio (lo que nunca
 conseguí…!ligar en nochevieja¡) y se preparaban unas mesas para
 sus hijos y mujeres en las que había toda clase de frutas y objetos
de valor. Se hacían preciosos regalos y unos dulces que llamaban
ciudades, en árabe mada’in y recordaban al roscón de reyes… que
 nos devuelven a… los romanos pues…
El origen del roscón……[parece estar relacionado con las saturnales
romanas, fiestas dedicadas al dios Saturno con el objeto de que el pueblo
 romano en general pudiera celebrar los días más largos que
empezaban a venir tras el solsticio de invierno. Para estos festejos
 se elaboraban unas tortas redondas hechas con higos, dátiles y miel,
que se repartían por igual entre los plebeyos y esclavos. Ya en el
siglo III, en el interior del dulce se introducía una haba seca, y el
afortunado al que le tocaba era nombrado rey de reyes durante un
 corto periodo de tiempo establecido de antemano.
 

Árabes, judíos y cristianos celebrando juntos sus fiestas con
postres romanos.  ¡¡ qué aproveche!!
Como decía aquel grupo de música… ¿Y tú de quién eres?  Yo, de 
todos y de ninguno.  ¿Tú?

Acabamos con Jorge Drexler y el final de “Milonga del moro judío”
Y a nadie le dí permiso para matar en mi nombre,
un hombre no es más que un hombre y si hay Dios, así lo quiso.
El mismo suelo que piso seguirá, yo me habré ido;
rumbo también del olvido no hay doctrina que no vaya,
y no hay pueblo que no se haya creído el pueblo elegido.
Y con el puente de mi paisano Javier Manterola,



Dnl, el califa jadraque

19 de febrero de 2011

Córdoba, con C de… Cuando te volveré a ver (5-6)

 

Los cinco califas
Al salir de la Casa Sefardí entremos en la bodega Guzmán donde la 
concurrida clientela se agolpa a ver el fútbol (es lo que tiene el fútbol de
segunda división, que lo ves tomando el aperitivo) donde el atento
camarero nos explica las diferencia entre fino, manzanilla, montilla,
moriles,… Como todos suenan igual de bien nos ponemos en sus
manos y nos sacas dos montilla-moriles y una ración de morcón para
 mí y una de salmorejo para Ana (no puedo evitar, repetirlo una vez
más, ¿cuándo pondrán tapas en los bares de Pamplona? ¿Cuándo te
 atenderán como persona humana –que decían Faemino y Cansado-?
Con nuestros cuerpitos entonados decidimos comer en el bar Rafel,
junto a la Puerta de Almodovar (no Pedro, aunque ya podría comprársela)
 donde un amabilísimo camarero nos recibe como si nos viera en la
frente un post-it que dice “trátame con cariño nunca viene mal”.
Nos dejamos llevar por su recomendación: una ración de japutas (con
 perdón), una ración de rabo de toro y otros par de pares de finos.
Mientras nos toma la nota, el camarero que es capaz de estar en misa
y repicando campanas, escucha el paquete que, en la mesa de al lado,
le mete una chica a su supuesto y paciente novio. El camarero, un
filósofo de taberna, se va con nuestra comanda diciendo  antes ya
mandaban en casa pero ahora con esas leyes de Ministra Aído mandan
 en toas partes”.
Cuando nos traen las viandas, como soy curioso de nacimiento –alguna
torta me he llevado por ello- me he fijado en toda la parroquia que
comparte espacio con nosotros –una pareja gallega, un grupo de
“jóvenas” guris, la joven mete-paquetes y el sufrido novio,…- y la
decoración donde destacan fotos y grabados de toros (con perdón de
la Generalitat) sobre los que le pregunto al locuaz camarero.  Orgulloso
me cuenta que son los cinco califas de Córdoba, los cinco grandes toreros
 que ha dado la ciudad: el Lagartijo, el Guerra, Machaquito, Manolete y
 el Cordobés.
Nos cuenta una divertidísima anécdota relativa al primero: 
cuando le dijeron que brindara la corrida a Ortega y Gasset, 
él preguntó ¿y eso quienes son?.
Su apoderado le respondió que era uno y que era un filósofo. 
Sorprendido el Lagartijo preguntó “¿Y esos qué hacen?
Pensar, le aclaró el apoderado.
A lo que el Lagartijo respondió mientras procedía a comenzar el brindis 
“¡ Si es que hay gente pa tó!”.
Debía ser fino porque al filósofo le brindó el toro pero en la primera de
las corridas que se celebraron en París con motivo de la Exposición
Universal (la de la torre Eiffel), se negó a brindar un toro a la destronada
reina Isabel II «porque soy republicano».


¡¡Olé con el Lagartijo¡¡¡¡¡
Éste Lagartijo debió heredar el genio y figura del malo, malísimo de 
todos los libros de historia que nos daban en Maristas, Ursulinas,
Jesuitas,… y todo colegio serio que se preciara. Y nos les faltaba razón…
Según vamos paseando entre calles estrechas que facilitan que nuestras
S sean convergentes buscando un salón de té árabe, recuerdo lo que había
 leído de nuestro siguiente protagonista…
ALMANZOR 
A su muerte, su hijo Al Hixam se encontró rodeado por un ejército 
berebere que odiaba a los omeyas y con un regente, Almanzor,
ambicioso  hasta la locura. Su único apoyo –quien va a ser- su madre,
Aurora a la que no le faltaría coraje, pero era demasiado… incluso para
una Navarra  (¡!que son finas…¡¡ -que conste que no es rencor por no
haber ligado nada, lo cual es cierto,…-) ).
La marioneta estaba preparada y lista para ser movida, sin que se 
notara nada. De ello se encargó el rey de las intrigas palaciegas,
Almanzor que, preparó la entronización del joven príncipe. Subh,
Aurora, la esclava-madre,  dicen que gran cantante (seguro que venía
 de familia de joteras…,) y Almanzor  prepararon todo rápido para evitar
sorpresas y que fuera proclamado otro omeya, al-Mugira, el tío del
príncipe, que pronto es estrangulado (me imagino a Aurora cantando
en tono de jota Navarra “¡¡que yo no he siiiiiiiiidooooo,
que yo no he siiiiiiiiiiiidooooo!!, ¡¡ que se ha muerto sooooooolo, porque
él ha queridooooooooooo!!!”).
Con once años, el angelito de tez blanca, de grandes ojos azules, 
barbilampiño y tirando a pelirrojo (¿por qué en los libros del colegio,
Maristas en mi caso, siempre dibujaban a los omeyas con tez morena,
ojos negros, negrísimos y negra barba? Si eran casi primos hermanos
 nuestros…) fue entronizado nombrando como primer ministro a
al-Muxafii y a Almanzor visir del Califa.

Y, resumiendo, acabó siendo un pelele y Almanzor reinó como Valido
del Califa (más bien Dictador) encargándose de que poco a poco fueran
 cayendo todo aquel que pudiera o tuviera la más mínima intención de
hacerle sombra (el “Prime Minister” al Muxafi no le duró ni dos años).
Como tonto no era, nunca usurpó el título de Califa –con manejar
las cuerdas le valía-. Bueno, pero tampoco demasiado listo porque hizo
 entrar en política a los grupos de tropas del ejército y los bereberes que
 años más tarde le meterán en líos.

 
Con todo el poder y para no “molestar” al Califa, se hizo construir un palacio 
a las afueras de Córdoba en la que se instaló con la aristocracia y el bajo
pueblo y la convirtió en su residencia. Allí convocaba a funcionarios,
colocó su guardia personal, y re-dirigía los impuestos de las provincias de
Al Andalus y la orilla africana sin pasar por el Alcázar donde vivía el
desgraciado Califa al que hasta de las visitas le privaron y, por tanto,
del consuelo y apoyo de algún devoto seguidor, impidiendo cualquier
movimiento sospechoso en su interior. Cuando su madre, la jotera,
se dio cuenta del pastel era demasiado tarde y lo odió como antes lo amó.
Y empezó a intrigar contra él como antes hizo junto a él.
Almanzor desplazó las tropas árabes, sospechosas de lealtad a los omeyas, 
y las suplió con tropas bereberes y reorganizó todo el ejército para de forma
anual irse de gira por el norte de la península, saqueando. Acoj….. asustaba
 tanto a los reyes cristianos que no se les ocurrió mejor cosa que, para
aplacar sus iras, ofrecer la mano de la hija del rey de Pamplona, con la que
 se casa y de la que nace Abd-al-Ramahan, apodado Sanchuelo.
Manda Huevos (Federico Trillo dixit, por cierto paisano de Almanzor). 
En su palacio recibió delegaciones de altos mandatarios, de príncipes y de 
reyes, entre ellos a los reyes de Navarra Sancho García y su consuegro,
Sancho Abarca. Y poco después a Gonzalo, hijo de éste último. Y mientras
 su paisana, Aurora, inició una rebelión contra Almanzor, con su propio
dinero contratando al ejército del jefe xirí. Mientras, su hijo había quedado
con Almanzor que no daba guerra si le dejaban llevarse todo el oro del
Alcazar. 

¡¡Mira que somos desagradecidos los hijos!! Su madre desvelándose por
 su hijo y el muy cap…. escapándose con el oro por el puente romano.

¡¡tener hijos para esto¡¡
Pero a todo cerdo le llega su san martín, y tanto batallar, tanto batallar, 
murió tras realizar su última campaña contra La Rioja que pertenecía al
Condado de Castilla (se había quedado sin vino para sus fiestas y se dio un
garbeo por tierras riojanas para llenar toneles del buen caldo de esos
maravillosos pagos lleno de no menos maravillosas gentes –tirando para
casa…-).
A su vuelta pasó por Nájera y por mi pueblo materno, Baños de Río Tobía,
y de ahí se dirigió al Monasterio de San Millán de la Cogolla que dejó más
limpio que la patena –que también se la llevó-. Alguno de sus súbditos se
entretuvieron más de la cuenta –o incluso se quedaron, enamorados por el
 vino y las riojanas- ya que mi apellido materno, Jadraque, como muchos
de esa zona son de origen árabe (ahora que crece mi hija y empieza a salir
noto que me sale mi parte de moro…).
Siesta en el salón de té 
Llegamos a un salon de té moruno,  donde nos sirven un rico té, unos 
pastelitos de miel, ajonjolí, pistacho y almendras. Nos tumbamos en unas
inmensos sofás dónde cogemos postura y disfrutamos de la música árabe,
repetitiva y adormecedora, que se oye de fondo, nos tomamos el té, algún
pastelito… y nos quedamos dormidos ¡una hora¡ (lo que hace el fino, el
relax, los sofas-almohadones, la música,…- , … ¡Son las seis y media y
 el tren sale a las siete y media!
Taaaaxi¡¡¡ al Hotel Hesperia Córdoba y a la estación de AVE…
Dejamos Córdoba con ganas de volver. En el tren de vuelta, ya más 
relajados tras el sprint andalusí, releo el final de parte de esta historia….
LA FITNA (GUERRA CIVIL) Y EL FIN DE LOS OMEYAS 
La muerte prematura de su primogénito Al Muzzaffar (hay quien dice que
ayudado por un “chupito” que le había preparado su hermano) a los 33
años, precipitó la guerra civil cordobesa y la posterior caída del califato.
Al morir éste ascendía al trono Sanchuelo, hijo de Almazor y la princesa
navarra, en cuyo infortunado y breve reinado comenzarían los graves
acontecimientos que darían al traste con el califato y traerían la ruina a la
Córdoba califal.
El caso es que el califato desapareció, el último rey omeya Hixam III fue
depuesto, se declaró la república y se crearon 39 mini-reinos, cada uno
asociado a una familia o clan, vamos, un carajal, pequeños reinos
llamados Taifas. Desmembrados como estaban, no les fue difícil a los
almorávides primero, y a los almohades después tomar el poder durante
un tiempo como tampoco les fue difícil a los reyes cristianos del norte
de España, encabezados por Fernando III conquistar Córdoba en el
año 1236.
Acabamos con Jorge Drexler y el final de “Milonga del moro judío”
Y a nadie le dí permiso para matar en mi nombre,
un hombre no es más que un hombre y si hay Dios, así lo quiso.
El mismo suelo que piso seguirá, yo me habré ido;
rumbo también del olvido no hay doctrina que no vaya,
y no hay pueblo que no se haya creído el pueblo elegido.

Y con el puente de mi paisano Javier Manterola,

Dnl