8 de enero de 2011

Córdoba, con C de Civilización (2-5)

(Al jurado del premio del blog de relatos Interacciona –ya, es peloteo, 
pero también agradecimiento por darme la oportunidad de conocer
esta joya-)
“Tu madre tiene sangre holandesa, yo tengo el pelo sefaradí,
somos la mezcla de tus abuelos, y tú, mitad de ella y mitad de mí
El padre de tu madre es de Cádiz. Mi padre se escapó de Berlín.
Yo vengo de una noche de enero, tú vienes de una siesta en Madrid.
Tu madre vino aquí desde Suecia, la mía se crió en Libertad.
Tu madre y yo somos una mezcla, igual que tú, de amor y de casualidad”

Jorge Drexler, “De amor y casualidad”, Lluvia.
A la mañana siguiente… Una de romanos
Al día siguiente, amanece lloviendo con ganas y decidimos repartirnos la
mañana entre lugares a cubierto romanos y lugares a cubierto árabes.
Primero vamos al museo arqueológico…
Aunque casi no se ve el legado romano, para hacerte una idea merece 
la pena visitar el museo arqueológico y, mientras llegas, disfrutar del
gusto de perderte una y otra vez por las endiabladas calles que parecen
 un laberinto con bellísimas plazas sorpresa.
Situado en una antigua mansión del renacimiento. Uno de sus cuatro
inmensos patios, aprovecha como escaleras las gradas del segundo
más grande anfiteatro del Imperio, el primero el de Cartago.
Otra parte de este lagado se ve en el Alcazar de los Reyes Católicos 
donde se pueden ver los mosaicos tamaño XXXXXXL encontrados al
excavar la Plaza de la Corredera, uno de los sitios a no perderse, con su
 mercado –donde los conejos tienen piel, ya casi se me había olvidado
 de tanto verlos limpitos, rositas, colocaditos en el poliespan en la
carnicería del barrio-, con sus bares de 2 metros cuadrados y terrazas
de cien, de donde salen “revueltos del Cortijo” que acompañados de
un finito te dejan el cuerpo mejor que a Augusto después de un baño
romano y con ganas de afrontar con la valentía y el arrojo del más
afamado centurión romano…
…otro fino acompañado de unas berenjenas con miel (que Dios/Alá
/Jehová/XXX tenga en la gloria al que inventó esta delicia)
 y unas japutas (con perdón y sin ofender, que no son sino trocitos de
palometa  en adobo rebozaditos) en el bar de la Asociación de Plateros
con vistas a la entrada del Convento de la Encarnación…
Sabio Quevedo, qué razón tenías con aquello de “viva el lujo...
... y quien lo trujo”.
Por encima del hombro del tipo de la mesa contigua –tras zafarme de
Ana que trata de agarrarme para que no sea tan cotilla-, leo en SU
periódico que
“España gasta más dinero en Lotería que en I+D” lo que me recuerda 
el disco de Pink Floyd “Crisis? What a Crisis?”
y leo también que mi amigo el sonrosado Martínez Camino, ultravoz de 
la Conferencia Episcopal, anda apurado matizando a diestro y siniestro
lo que dice el libro del Papa Benedicto diecitantos de que “el uso del
condón es aceptable en algunos casos extremos” antes de que se revuelva
 el patio.
Hago una firme promesa. Si alguna vez Martínez Camino va al programa 
“Tengo una pregunta para usted”, me apunto y le pido que me aclare
cuando puedo considerar que estoy en un caso extremo y no voy a
cometer un pecado gordo. Porque a nadie le gusta pecar en balde… 
Si se ha de pecar se peca, pero pecar por pecar…
Yo creo que tiene delirios de grandeza y no le dan su oportunidad para 
emular a Osio, obispo de Córdoba cuando Constantino se hizo cristiano
y mandó a todos los romanos a cambiar de equipo, muy ortodoxo (ahora
 se llaman integristas), que le hizo la vida imposible a los arrianos (que
eran de la liga cristiana pero de otro equipo diferente). Este cordobés
presidió el Concilio de Nicea en el que, 325 años después de que el
verdadero protagonista, Jesús de Nazaret –y los dos ladrones, ¡que
siempre nos los olvidamos¡- fuera crucificado, formuló el Credo, la
 Divinidad de Cristo… …y hasta hoy. 
¡Me pongo a hablar de vinos, tapas y curas y me despisto¡ Volviendo 
al museo, si además tenéis la suerte de encontraros con un apuesto
mancebo (así lo vío Ana –yo hubiera preferido una romana…),
vestido de romano, explicando a los niños
cómo contaban los romanos –cuando preguntó “¿cómo se escribía el 3?” 
una niña de cinco o seis años gritó mientras levantaba la mano
“i”, “i”, “i”-, ¡genial!
cuáles eran sus dioses –que iba asignando a cada niño o niña “tu, como
tienes cara de estudiosa, serás Minerva, diosa del saber; tú, que tienes
pinta de forzudo, serás el poderoso Zeus; tu el rápido e inquieto
Mercurio,…-
y cómo se lo pasaban en el teatro –improvisando una obra de teatro
con todos estos personajes-
…la visita queda redonda.    
Dejamos a los romanos y nos vamos a por los musulmanes… ….no….
nos falta algo… o alguien… porque cuando Abd-el Rahman quiso
empezar a rezar a Alá y no tenía dónde… llegó a un trato con unos
señores llamados visigodos para poder rezar juntos…
Y LOS VISIGODOS ¿Y  ÉSTOS DE QUÉ EQUIPO SON?
Decíamos que antes de que llegaran los musulmanes y les pidieran 
prestada media iglesia de San Vicente, en Córdoba y en la península
en general, vivían y reinaban los visigodos.
 
En mi próxima encarnación, si se cumplen mis deseos de ser otra vez
yo mismo –tampoco me estoy portando tan mal en esta vida y me
daría pereza tener que conocer desde el inicio a un extraño- prometo
estar más atento a las clases que trataban de los reyes godos y visigodos.
No sé en que estaría pensando pero nunca me quedó claro ni de dónde
 venían, ni a qué dios rezaban, si es que rezaban, si eran buenos o malos,
qué idioma hablaban,…
Solamente me acuerdo de sus estrambóticos nombres (Recaredo, 
Atanagildo, Ágila, Leovigildo,….) y de que, eso sí, hicieron iglesias que se
 encuentran entre mis preferidas –San Pedro de la Nave, Zamora, y San
 Millán de Yuso, Rioja, a la cabeza- . 
El caso es que cuando se hundió (en el fondo del mar, mata rile, rile, rile…)
el imperio romano de Occidente (el de Oriente aguantó como un
campeón) Hispania fue conquistada por “las salvajes tribus visigodas,
seguidoras, hasta el Concilio de Toledo, del cristianismo arriano” dice mi
guía – o sea que eran malos, malísimos- y nuestra pobre Córdoba se vio
envuelta en continuas luchas sucesorias a que tan aficionados parece
que eran los visigodos (ahora empiezo a entender por qué no me quedé
con nada, cambiaban tanto que opté por desconectar en clase –para que
aprenderte un rey si lo iban a asesinar en la lección siguiente-).

 
desafortunados en el juego, 
afortunados en los amores (espero)
¡De todas formas estos cordobeses tenían mala suerte¡ Resulta que 
cristianos del equipo ortodoxo se enfrentaron con cristianos del equipo
 arriano, Atanagildo contra Agila (y todo porque éstos últimos no veían
claro lo de la santísima trinidad, lo cual no me extraña… En cualquier
caso, no es para ponerse así…digo yo… que no soy de ningún equipo).
Y, después entre Leovigildo y su hijo Hermenegildo (con estos nombres
parece una viñeta de Escobar). Y en ambos casos, los cordobeses apostaron
 por visigodo perdedor y en el 572 se volvieron a ver protagonistas
centrales de una formidable matanza. Espero que, al menos fueran
afortunados en amores….
A partir de este momento la población hispanorromana de Córdoba pasa 
a depender de la capital visigoda, Toledo. Comes y duques visigodos
asumen cargos en la administración local de Córdoba, ocupando
palacios y monumentos.
 
Bajo el reinado de Recaredo, responsable de la conversión del reino
visigodo al catolicismo -abandonando el arrianismo-, se construye en
Córdoba la basílica de San Vicente. La leyenda cuenta que dicha iglesia
fue levantada sobre un viejo templo romano dedicado al Sol.
De los visigodos, poco queda, salvo los capiteles de su iglesia de San 
Vicente que aprovechó Abd-al Rahman I para la construcción de su
mezquita sobre el solar de aquella y los arcos de herradura que los árabes
copiaron, elevaron a la categoría de obra maestra en toda su arquitectura
 y de Córdoba los llevaron a todos los confines del mundo musulmán.
 
Así que, guerreando unas veces por la santísima trinidad, otras por quien 
manda aquí, otras por ver quién tenía el nombre más raro, se encontraron
con que por el estrecho y en pateras, llegaron los musulmanes y, como
estaban tan entretenidos zurrándose entre ellos, llegó un tal Mugith
ar-Rumí, damasquino, liberto del califa abbasí tomó Córdoba al asalto
sin prácticamente despeinarse (bueno, sin descolocarse el turbante).  
Entre que se sitúan y se hacen al lugar, hacen un poco de turismo, ven 
que el lugar tiene de todo –agua, montañas, tierras fértiles, aprenden
como freir el pescaíto,…- una generación más tarde, un tal Abd-al
Rahman, huyendo de la matanza de su familia por parte de los Abbasíes
de Siria, desembarcó en Almuñecar, se hizo con el poder y se le ocurrió
 fundar un emirato independiente de Damasco, capital del imperio
musulmán, a sí, sin más ni más.
ABD al RAHMAN I
Fue este emir, alto, rubio, con largos cabellos rojos con tirabuzones y 
tuerto, gran poeta y orador pero fiero guerrero (tan pronto te deleitaba
 con una cásida que te rebanaba el pescuezo) quien pactó con los visigodos
 del lugar. Y les compró parte de la iglesia de San Vicente para tener un
 espacio sagrado de oración, compartiéndolo así con los cristianos.
No me imagino que en mi parroquia de Santa Vicenta de Paul en la 
mitad derecha estén los unos rezando mirando al altar y en la mitad
 izquierda los otros mirando al este; unos en bancos, los otros en el
suelo; unos calzados, los otros sin calzar;…
¡¡Cosas veredes, amigo Sancho, que non crederes!!.
Con el tiempo como la “semi-mezquita” compartida con los visigodos se
les quedó pequeña –y eso que solamente era para los viernes y sólo los
hombres tenían acceso al oratorio- les compró la parte que quedaba de
 iglesia y construyó ya una mezquita en condiciones, con su sahn o patio,
su  al-minar o torre y su masyid o sala de oración interior. Para ello,
reutilizaron columnas y capiteles de la primitiva iglesia visigótica junto
 con otros que realizaron nuevos.
O el topógrafo que marcó el Este andaba bebido, o ya los arquitectos
municipales eran unos tocapelotas o a lo mejor es cierto que fue un
 problema de espacio pero el caso es que es la única mezquita del mundo
 en la que la qibla, muro que señala a la Meca y donde se ubica el mihrab
 en el que se leía el Corán, y hacia el que se arrodillan los fieles, no mira
a la Meca sino a algún lugar perdido de Africa... 
Y como eran muy listos, con la bóveda de cañón y el arco de herradura
visigóticos y los dobles arcos de los acueductos romanos, idearon un
sistema de arcos y columnas no utilizar muros y elevar la altura de la
cubierta. Y todo esto fue una novedad que se realiza en esta Mezquita
y que luego se copió en muchos otros sitios. ¡¡Si es que cuando copiamos
 lo bueno de los demás en vez de copiar lo malo, nos salen cosas chulas
chulas¡¡ Pero no siempre nos da por ello… 
 
Ya puestos construyeron también salas de abluciones dedicadas a la 
limpieza ritual ya que, según, la costumbre, el musulmán debe acudir
 purificado a rezar (como a los peregrinos del camino de santiago no
 les ponían una fuente en la plaza del Obradoiro o no les daba por
utilizarla, había que darle al botafumeiro para perfumar el ambiente
porque allí no había quien parara de olor a píe de peregrino).
El suelo de la mezquita era de tierra, cubierto de alfombras o esteras; 
el mármol que vemos ahora es un detalle para visitantes…
La Mezquita Aljama, la Grande…
La primera vez que llevé a mi amigo Oscar a ver la Catedral de León
al entrar no pudo evitar un “!!!Ostias, qué bonito¡¡¡” a lo que una buena
mujer, que salía tras atender el rezo del Rosario, se santiguo mientras
decía “Ave María Purísima sin pecado concebida”. La luz del  atardecer
rompía como una bomba japonesa en mil colores al atravesar la vidriera
de Poniente, inundando el interior de esa joya de cristal que es la Pulcra
 Leonina, de reflejos maravillosos. Seguro que si hay alguien arriba,
sonriendo, perdonó a Oscar.
Es la sensación al entrar en la Mezquita de Córdoba. No sabes 
si reir o llorar, 
sentarte o correr, 
gritar o guardar silencio, 
dejarte llevar por la felicidad que te invade 
o temer en el momento en que se pase,
abrir los ojos bien o cerrarlos para imaginar, 
cantar, 
abrir los brazos,… 
si estarte quieto o darle un beso en los morros a la guía japonesa que, 
en correcto japonés, explica lo inexplicable (perdón ExMinistra, ahora
Secretaria de Estado de Igualdad, Bibi Aído, por la inconveniencia que
puede representar esta muestra de machismo, pero, en mi defensa, alego
 embriaquez andalusí… -por si tiene atenuante-)
porque no se puede explicar algo que solamente puede ser vivido. 
Al final hice todo,
lloré de emoción, reí de alegría y felicidad, 
me senté sobrecogido, corrí por el bosque de más de mil palmeras 
rojas y amarillas,
busqué las marcas de los canteros escondidas en cada piedra -unas 
escritas en árabe, otras en romance, otras simplemente símbolos- (porque
los canteros luego contaban las piedras con su firma para cobrar…),
grité y guardé silencio, 
sentí que, una vez más llegaba uno de esos momentos, breves, intensos, 
en que todo parece detenerse y sientes que todo está bien, esos instantes
 maravillosos que llaman felicidad y también sentí como se escapaban,
y abrí los ojos a cada detalle y los cerré para dejar volar la imaginación 
–como la tuvieron los artistas que, al no poder representar figuras
humanas ni animales porque así se lo prescribía su libro, inventaron
mil y un arcos, mil y un geometrías, mil y un motivos vegetales en c
olumnas, capiteles, arcos, artesonados-,
canté en bajito y mal una canción de Meat Loaf
you took the words right out of my mouth, -me dejaste sin palabras-
que, guiños del destino, me vino a la cabeza).
abrí los brazos, estuve quieto y… 
 
lo único que no hice fue dar el besazo a la geisha. 
Porque no lo hubiera entendido, 
me habría malinterpretado, 
me hubiera tomado por un loco,
incluso hubiera significado un conflicto diplomático con el 
emperador Hiroito…
Como dijo mi amigo Oscar…

¡!Ostias, qué bonita!!! (se escribe con o sin h? –qué
más da, la próxima vez que se vayan de copas los de la RAE lo
 cambiarán)
Lo demás, está explicado en los libros y en las guías. 
 
dnl

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me encantaría leer tu opinión