9 de octubre de 2010

Tarantela Napolitana (Acto Segundo)

 
Habíamos dejado el fútbol, y nos quedaba la Iglesia. 

Cuando llevas un rato deambulando, te percatas de que el culto a la religión es entre pasional y macabro. 
En las calles estrechas te encuentras hornacinas con vírgenes rodeadas de las fotos de los vecinos de la zona
que han muerto últimamente o que es su aniversario.

Doblas una esquina y te encuentras con una figura de un monje con los brazos extendidos hacia tí que 
de dan ganas de rezar, pero no por una repentina exaltación de fe, sino por el susto que te pega el monigote¡ Probablemente a Mary Shelley, le pasó lo que a mí y no pudo menos que, para su novela Frankenstein, hacer que el Dr. Víctor Frankenstein naciera en el barrio napolitano de Chiaia.

Es inquietante pensar que hasta 1950 que un obispo –para que luego digan que son anticuados y no 
son hombres de su tiempo- decidió abolirlo, se celebraba la ceremonia de las capuzelle (las cabecitas): en el cementerio de Fontanelle, en el barrio de la Sanità (feudo de la camorra), donde los vivos tomaban un cráneo con el que mantenían una conversación muy cariñosa salpicada de besos, caricias y confidencias a media voz.

Y si, esto no es suficiente, hoy en día, el día de Todos los Santos la familia napolitana al completo sale 
para merendar sobre la tumba de sus antepasados. Podemos imaginarnos extender el mantel a cuadros sobre la tumba de los abuelos, apartando las flores para poner las tortillas, las ensaladas, la gaseosa, el vino,… Picnic con los tatarabuelos. ¡Planazo!

Siguiendo esta línea vampiro-religiosa, aunque tengo vicios, la escatología gore no es uno de ellos pero 
no pude resistirme a visitar la Catedral de Nápoles, consagrada a San Genaro aunque no fuera el 19 de septiembre, día en que se produce la tan esperada licuefacción de la sangre de San Genaro.

Este buen hombre, Genaro, obispo de la zona por el año 305 (Sara Montiel ya era reconocida como una 
artista en los cabarets de Pompeya , Nápoles y Palermo) fue decapitado por los romanos. Dos ancianas (¡anda que no tendrían otra cosa que hacer¡, me las imagino chismorreando por la via vespucci poniendo a caldo a la vecina, cosiendo unos calcetines “al suo fillo”) recogieron un poco de sangre en dos ampollas de cristal.

Actualmente, cada 19 de Septiembre, en medio de un gentío exaltado y vociferante, se puede ¿ver? 
un pequeño coágulo seco del que se escapa un sutil hilo de lo que parece ser sangre. Cuanto menos tarda la sangre en licuarse más próspero se anuncia el año para Nápoles y los napolitanos (por eso el oficiante suele venir con las manos calentitas para no parecer gafe y que el coagulito de marras se caliente antes, no le deje en ridículo y le echen la culpa de que el Nápoli FC baje a segunda, que suban las hipotecas y, lo que ya sería “incredibile” como dicen ellos, que el Vesubio se vuelva a poner calentito -aunque podría ocurrir porque con las turistas que suben,… (perdón Bibiana, lo reconozco, ha sido un chiste grosero, fácil, machista y políticamente incorrecto, indigno de un estudiante de colegio de curas, pero…)… .

Si todo esto parece todavía poco, conforme paseas por el barrio ves carteles tamaño electoral con 
las esquelas de los últimos vecinos que han abandonado su querido y destartalado barrio, eso sí, con el correspondiente anuncio de la funeraria y el programa de los actos religiosos. Los carteles, fotos y listado de familiares que rogaban por el alma de Rita Pepe, 67 anni y Fumo Rosa 82 anni (no me invento los nombres los apunté en la libreta que me compré una vez que ví que esta ciudad iba a dar juego) me acompañaron y guiaron por los vericuetos del barrio de Gerolimini.

Hablando de carteles, otros que ves y que te llaman la atención son los electorales: 

Por un lado los de la oposición, normalitos, con un señor con pinta de bueno, pero sosito, que se hace 
llamar Sr. Luca y con el lema, sosito como él, de “Luca per Caldore” (¿alcalde? de Napoli).

Por otro lado los del Polo de la Libertá, de Berlusconi, con una candidata que es una pedazo de modelo, 
Emanuella Romano, “la tua Emanuella per Caldore” -¡¡cómo suena¡- (Lo sé, Ministra Aído, voy a volver a ser machista, pero…viendo los dos carteles, siendo una persona de centro, de los indecisos, de los que me parecen todos iguales, de los que hacen ganar las elecciones, acabo votando como Javier Sabina quien cantaba eso de que “de las dos majas de Goya, prefiero la misma que tú”-.

Las casas están abiertas a la calle, cocinas y salones abiertos de par en par con lo que puedes –si eres 
un poco cotilla y saludas con un “amabile” “buono giorno”, como es mi caso- hacer un pequeño
estudio etnográfico de lo que se come, los batines que llevan las napolitanas, las zapatillas de estar
en casa de los napolitanos o los azulejos de la cocina –esos de toda la vida…- . Además, si les dices que eres español, saltan como un resorte diciendo algo así como “grande la scuadra espagnola, grande Xavi, porca miseria l’azurri”.

Una cosa que me prometí cuando volviera a España es mandarle una carta a la Ministra de Cultura, 
Gonzalez Sinde(sdescargas) para que no visite esta tan extraordinaria como caótica ciudad porque a lo mejor le da un sofoco al ver que por la calle se venden libros, discos, sin pagar derechos de autor algo que según la Santa Madre Sociedad General de Autores Española es pecado mortal, de los gordos, y te ponen como penitencia escuchar los grandes éxitos del Fari (y pagar los royalties correspondientes) atado a una silla para que no te puedas escapar.

Cuando veo el reloj de la Piazza Bellini me doy cuenta que son las cinco de la tarde, no he comido (ni falta que me 
ha hecho) y que tengo una terrible sed. Entro en la primera tasca que me parece atractiva, Casa Bello, donde, como no, la cocina está abierta a los comensales. El camarero no tiene prisa. Yo tampoco. Observo el comedor con fotos del Napoli FC, del Vesubio, un cartel que dice “Si é aperto il manicomio”, una pareja de franceses mirándose arrebolados con cara de franceses arrebolados mientras se toman una cerveza Perroni de 660 cc.

En cuanto pillo al camarero, le pido en mi correcto italiano de Iturrama “una birra molto grande y molto freda” 
mientras señalo la de la pareja francesa por si no entiende. Llega la cerveza, Molto freda como se la había pedido, y mientras me atiende y pido unos gnocci a la sorrentina y los preparan voy bebiéndome la botella como si fuera agua. “Cerveza Perroni. L’Historia de una passione” dice la etiqueta en la que se ve el resultado de Italia 2 –Nigería 0 del Mundial del 94 en Estados Unidos que ganó Italia (y que recordaremos por el famoso codazo de Tassoti a Luis Enrique).

Acabo tomándome una segunda botella mientras pienso que hay momentos como ese, instantes únicos, 
irrepetibles, que deben de ser lo que llaman felicidad.

Tomado el café expreso –una especie de avecrem de café-, pago la cuenta, me enfundo mi camiseta
de “La Roja” y salgo a la luz con una alegría,… un dejarte llevar…,…un no se qué… que voy bajando al puerto de Nápoles, como el Virrey de Nápoles y la Navarra, con los ojos brillantes y una sonrisa bobalicona tarareando una de las más famosas canciones napolitanas, de 1898, popularizada por Enrico Caruso, napolitano ilustre:
‘O sole mio 
sta ‘nfronte a te! 
‘O sole, ‘o sole mio 
sta ‘nfronte a te, 
sta ‘nfronte a te!

En el camino de vuelta, en el que todo parece aún más fantástico, cosas de la birra Perroni, me encuentro con
tres chicas francesas con pinta Beca Erasmus, que me saludan con un “Allez l’Espagne” quedándome en un tris (mi sentido del ridículo es casi nulo pero la visión inquisidora de San Genaro me detiene) de pedirle un baile a la morena en plena calle.

Arrivederci Napoli, fascinante y desconcertante, arrinconada y a veces desdeñada, sufriendo las
consecuencias de su mala reputación, único lugar donde es posible esta filosofía de la vida, un apetito de vivir desesperado, una mezcla de ironía y de fatalismo, barroca y excesiva en todo, desde los edificios hasta los dulces y helados. Todo aquí despierta los sentidos y estimula el espíritu algo que solamente se produce con la mezcla y contaminación de culturas y personas -genio griego, el espíritu romano y pasión española a partes iguales–. Y todavía hay algunas tribus en Europa que buscan purificar su raza…

Conforme se aleja ya el barco me viene a la cabeza la historia de las famosas “Cuentas del Gran Capitán”, 
que presuntamente transcurrió en Nápoles, mientras preparaba el embrión de lo que serían los Tercios de Flandes y el dicho que a propósito circulaba de que:


España fue mi natura, 
Nápoles mi ventura, 
Flandes mi sepultura.

A mi solamente me queda decir que 

espero que os haya entretenido leerlo 
como a mí escribirlo 
y, sobre todo, vivirlo¡ 

5 ó 6 de Julio, ya no me acuerdo; del 2010, eso seguro. 


Pd. El barco salía a las 19.00 y me quedé con ganas de asistir al último espectáculo de Sara Montiel (aunque desde que sale con un joven apuesto napolitano 1937 años más jóven que ella, dicen en las calles del barrio de Emmanuelle, que ha perdido mucho).

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