10 de octubre de 2010

Vacaciones en Holanda 4. Amsterdam (I)

(Para Estela, ¡Enhorabuena y Mucha suerte¡)
"...algún día esta horrible guerra habrá terminado, 
algún día volveremos a ser personas y no solamente judíos..."
(Ana Frank)
“Tristes guerras si no es amor la empresa. Tristes, tristes.
Tristes armas si no son las palabras. Tristes, tristes.
Tristes hombres si no mueren de amores. Tristes, tristes”.
(Miguel Hernández)
dageraad regen in Den Haag (amanece lloviendo 
en la Haya)
Me levanto pronto y tomo un desayuno ligero. Fuera cae 
una fina lluvia. El graznido de alguna gaviota (¿las gaviotas graznan?) me recuerda que el mar, aunque no la hayamos visto, está a diez kilómetros de la casa.
Me preparo y para las siete y cuarto salgo de casa. Mis chicas
son alérgicas a estos madrugones así que llegarán más tarde. Pero yo quiero ver despertar Amsterdam, ver cómo se despereza. Así que cojo el tren de las 7,25, el que cogen en La Haya para entrar a trabajar a las 8 en Amsterdam.
En el tren repaso lo que la guía me cuenta que voy a ver
(o no ver, depende).
Estos de Amsterdam son unos cachondos. Es la capital oficial 
de los Países Bajos pero la sede del gobierno, el parlamento y la justicia holandesa están en la Haya (¿nos imaginamos el Congreso de Diputados en Sevilla? ¿Y que La Moncloa esté en Pamplona?) y, encima, no es ni la capital de su provincia, Holanda Septentrional, que es Haarlem (imaginemos que la capital de Madrid sea Móstoles –pobre Alberto Gallardón, vaya sofoco solamente imaginarlo, se quedaría sin hacer metros-). Y los reyes se casan en La Haya salvo la actual, Beatriz, que como reina moderna que es salió caprichosilla y decidió casarse en Amsterdam.
Nos dice la guía que son gente tolerante –eso sí, después de la 
ruptura con España, porque nosotros éramos finos requetefinos y al que se movía le mandábamos la Santa Inquisición y a tostarlo en la hoguera (¡teníamos un pronto¡¡)-. Esta tolerancia hizo que, entre otros, buscaran refugio en Ámsterdam judíos sefardíes de Portugal y España, comerciantes de Amberes (¡me pregunto qué c…. tendrían que ocultar estos¡ ¡seguro que el fisco sobre el diamante era más benévolo¡) y hugonotes de Francia, que en sus países eran perseguidos por su religión.
En esa época la especulación sobre el suelo ya existía, aunque
en este caso con razón. El “el suelo no existía”. Había agua y tierras pantanosas con lo que para avanzar sobre el río (Amstel –de donde viene el tipo de cerveza, hecha con agua de este río-) había que crear presas (dam) para que creciera la ciudad (Amsteldam –y así sabemos de dónde viene el nombre). El precio del suelo era por tanto caro (pero no tanto como en Pamplona, eh?) porque había que “hacerlo” y las casas se tenían que construir estrechas y alargadas, tan estrechas que por sus empinadas y pequeñas escaleras no se podía subir el piano de la abuela, la estantería del salón,…(¡Qué vida¡ ¡ Sin un IKEA cerca¡ ¡Debía ser terrible!) Por eso todas las casas están inclinadas hacia delante y tienen en la parte superior una especie de gancho sobre los que colocaban las poleas con las que subir los muebles y meterlos por las ventanas.
Delft, de bron van de microscoop en koning 
William overlijdt
(Delft, donde nace el microscopio y muere el rey 
Guillermo)
El tren para en la estación de Delft, ciudad donde nació el 
pintor Vermeer, el de los cuadros de La Lechera o La Chica de la Perla. El libro –un poco rollo- y la película –ya no la ví- del mismo título pusieron de moda a este pintor. A mí me parece aburrido, sosito, para decorar discretamente el salón de la abuela. ¡Que irreverente y snob ha quedado¡
El tren se para lo justo para el intercambio de pasajeros y
bicis, lo cual no es poco trajín.
Delft, ciudad donde está enterrado el descubridor del primer
microscopio que ayudó a que fuera otro holandés quien hiciera que fuera holandés el primer espermatozoide avistado por ojo humano (…¿los espermatozoides tienen nacionalidad?).
Delft, ciudad donde estaba la corte holandesa en tiempos de 
trifulcas religioso—político-económicas (como casi todas) con el Imperio Español (Ahora Ex-paña) cuando a las cosas se les llamaba por su nombre: las guerras no eran preventivas (eran guerras y punto) y no había ejes del mal (sino enemigos malos, malísimos) ni daños colaterales (sino muertos) ni había ministerios de defensa (sino departamentos de guerra) ni misiones de paz (eran de guerra para conseguir tierras y oro y plata y lo que hiciera falta) ni los ejércitos quitaban trabajo a bienestar social o a educación o fomento como hace el nuestro “defendiendo y educando a la población civil”, “construyendo hospitales” y “mejorando las comunicaciones terrestres”.
Voy a proponer que Defensa dependa del Ministerio de 
Asuntos Sociales.
El tren se pone en marcha. Espero tener ocasión de ver 
Delft ya que, ver a lo lejos la torre de la iglesia de cien metros de altura de la Nieuwe Kerk desde la que debe haber una visrta espectacular sobre esta joyita de ciudad y muy especialmente sobre la Plaza del Mercado, me deja con las ganas de volver y bajarme en esta estación.
Digo hasta pronto a esta ciudad, donde Guillermo de Orange, 
viendo que su ejercito (no será porque eran funcionarios…) no daban una, contrataron a corsarios (eventuales con contrato en precario e incentivos por objetivos) o “sea beggars”, mendigos del mar como les llamaban entonces… (¡que cachondos¡). Y desde entonces empezaron a dar a nuestros Tercios una detrás de otra.
Tanto nos atizaban que Felipe II le dio el finiquito al Duque 
de Alba (la cláusula de rescisión sería buena porque todavía, casi quinientos años después su familia sigue viviendo de las rentas) y mandó a Alejandro Farnesio que, aunque aguantó unos años más, al final se tuvo que retirar a las provincias del sur, ahora Bélgica, que con eso de ser católicas -teníamos el mismo jefe espiritual y eso une mucho…-. nos dejaron quedarnos a tomar cervezas en la Grande Place de Bruselas unos añitos más.
Delft, donde Guillermo de Orange un día cualquiera de 1584 
subía a sus aposentos a descansar con su sonrisa de a oreja a oreja pensando en el sofoco que tendría su amiguito Felipe de España tras haber declarado unilateralmente la independencia de las Siete Provincias Unidas; descanso que resultó eterno ya que Baltasar Geraerts, infiltrado a sueldo de Felipe II, le metió media docena de regalitos en forma de balas entre pecho y espalda –El Austria cuando se mosqueaba, no se andaba con medias tintas…-.
¡¡volgende halte, Amsterdam Centraal!! 
(¡¡Próxima parada, Amsterdam Estación Central!!)
Llego a la 8 en punto con la riada de pasajeros que llegan a 
trabajar a Amsterdam. El parking de bicicletas es digno de ver. Trato de contarlas pero pasan de las mil, así que lo dejo. Me adentro en la Venecia del Norte (creo que es el décimo lugar que oigo llamarse así…).
Ayer fue la Gay Parade. Como no estuve no puedo decir 
cómo fue.
Hoy es la Gay Resaca. Aquí, unas parejas de homosexuales
(supongo) duermen en los jardines cuan sanfermineros pies negros; allá, dos hermosos mancebos, aparentemente escoceses, vestidos con el tradicional kilt, más grandes y anchos que un armario, intentan enderezarse (dicen que los “brave scottish men” no llevan nada debajo del kilt, pero, yo, y mira que soy cotilla, no me detengo a comprobarlo, por si las moscas…). Por todas partes hay inmensos lazos y guirnaldas de globos rosas que adornan puentes, tiendas, barcazas, coches,…. También banderas con los colores del arco iris (menos uno, cuento seis) ondean en muchas casas, farolas, bares,…
Dicen que Amsterdam tiene bastante ambiente gay –hoy, 
tengo que decir que sí-, sobre todo alrededor de la calle Reguliersdwarsstraat, lugar que omito de mi paseo (con ese nombre puede salirte cualquier cosa). Allí debe estar el Club iT, uno de los clubs gays más grande de Europa. Leo en la guía “Ámsterdam sigue siendo la ciudad gay más importante de Europa”, algo que me sorprende porque no sabía que las ciudades tenían inclinaciones sexuales… Se me ocurren posibles sexos para Pamplona, Madrid, Sevilla,…
Esta tolerancia viene de atrás. La revolución sexual empezó 
en los años 60 en Holanda y, especialmente en Ámsterdam (en Pamplona estamos esperando a ver si llega… un siglo de estos… pero me va a pillar mayor…¡cachis¡). Era una de las principales ciudades de los hippies y muchos tabúes de esa época se los cepillaron - la igualdad entre hombres y mujeres, la libertad de expresión, el derecho a usar preservativos (alto ahí, lo anterior pase pero esto….¡Ave María Santísima¡ ¡Si es que ya decía yo que Calvino los echó a perder…¡) o el derecho a la inseminación artificial para mujeres solteras (¡Ay, Calvino, Calvino¡)- .
¡Me he despistado con lo de la Gay Parade y Calvino¡ 
Me voy dando un paseo y veo cómo Amsterdam a estas horas 
es una ciudad tranquila, que se despereza poco a poco, como todas, –camiones de reparto, ciclistas camino del trabajo, tiendas que empiezan a levantar sus persianas, las cafeterías a colocar sus terrazas, vacías porque los trabajadores se han ido y los turistas no hemos llegado,…-. La veo un poco sucia –comparada con La Haya que está limpia y brillante como una patena-.
rosse buurt, of kijk (el barrio rojo, ni verlo)
Al revisar la guía me doy cuenta de que he debido pasar por 
el barrio rojo –donde hay quien encuentra el triste interés de ver prostitutas en escaparates como una mercancía más (y que esto llamado “guía turística” lo recomienda al mismo nivel que la casa-museo de Rembrandt, ¡¡manda h….¡¡¡, que diría Federico Trillo)- y el museo de la marihuana (a mí no saques del vino, la cerveza y el gin-tonic) sin enterarme.
Paso junto a la Oude Kerk (oigo la voz de mi madre… “¡entra, 
que mal no te hará¡” …lo que no sabe ella es que esta iglesia es de “los otros”…). Como está abierta entro. Es curioso no ver ninguna imágen de santos como las que acompañan nuestras iglesias pero Calvino, durante la Alteración (no se refiere al estado emocional del buen hombre sino al ¿cambio/reforma? de religión) de 1578 se destruyeron todas porque dijo el jefe que de santos ná de ná y en una borrachera iconoclasta se los cargaron. ¡Qué pena¡
Afortunadamente no se cargaron una inscripción que reza en 
la puerta de la sacristía y que, en letras góticas, dice –pregunto el significado al solícito monaguillo- “Cásate con prisa, arrepiéntete con calma”. Ahora hacemos justo al revés, nos casamos con calma y nos arrepentimos con prisa.  
Paso junto a la casa museo de Rembrandt pero no me detengo. No porque dude de su increíble talento y destreza ni de la variedad y belleza de sus cuadros. Es un grande como Velazquez. Pero, como ya he dicho me gusta más el arte contemporáneo –aunque no lo entienda, quedó bien-. Son las 9 y media así que busco un quiosco donde comprar prensa y una terraza donde leerla. 
Cada uno lee las mentiras que más le gustan, no? A mí no me 
gusta ninguna, las compro todas: ABC, el Mundo y el Pais (el Diario de Navarra, me asegura el quisquero, no llega a ciudades libertinas) y me voy a una cafetería que está empezando a poner sus sillas y mesas en la calle y desde la que podré cotillear a gusto, oculto cuan espía tras las hojas del periódico. Es un lugar perfecto pues es el punto de entrada al centro de Amsterdam de todos los pasajeros procedentes de la estación. Lo digo ahora porque luego se me olvidará: lo mejor, mejor, mejor de Amsterdam son sus cafés y sus terrazas que, en cuanto un rayo de sol sale, se llenan de charlatanes grupos de estudiantes, turistas y otras personas de mal vivir. Dicho está. Recomendación: menos museos y más terrazas.
Geloof en voetbal (Fe y futbol)
En uno de los periódicos leo y lo escribo textualmente –no 
digo el periódico pero seguro que sagaces lectores/as (soy un ingenuo al pensar que todavía queda alguno/a) lo adivinaréis-:
“LA COPA, EN GUADALUPE. La espiritualidad del esfuerzo 
deportivo.
Angel María Villar pidió a la Virgen de Guadalpe que la 
selección ganara el Mundial… … y, en señal de agradecimiento,…. la ofreció ayer en la basílica de la Villa de Guadalupe en Ciudad de Méjico… … Monseñor Diego Monroy –en la foto aparece ante el trofeo- destacó en su homilía que el deporte es vehículo de creación de fuerzas espirituales…”.
Leyendo esto “me se” pone la carne de gallina, los pelos 
como escarpias, se me saltan las lágrimas mientras un sudor frío recorre mi cuerpo pero no de emoción y devoción a la pobre Virgen (¡qué culpa tendrá la Morenita), sino de… (en fin, no estamos aquí para meternos con la Santa Madre Iglesia ni con la Santa Madre FIFA sino para ver Amsterdam).
En cambio la viñeta de Máximo, genial, muestra a una niño 
o niña (no es corrección, Ministra Aído, es que no queda claro en el dibujo) sonriendo. Arriba se lee “¿A dónde se va la sonrisa pura de los niños cuando dejan de ser niños?”. Esta viñeta vuelve mis pulsaciones a un ritmo cardiaco aceptable para mi edad, índice corporal y tensión arterial recomendada y me recuerda un texto, como no de Eduardo Galeno, que dice así “
“En la pared de una fonda de Madrid, hay un cartel que 
dice: Prohibido el cante. En la del aeropuerto de Río de Janeiro, hay un cartel que dice: Prohibido jugar con los carritos porta-valijas. Y esto me alegra pues indica que todavía hay gente que canta, todavía hay gente juega”.
Ché píbes¡ le paresió lindo, no? ¿Por qué dejamos de jugar? 
¿Dónde perdimos la sonrisa? ¿De dónde vino el sentido del ridículo (del qué dirán)? Esto lo dejamos para otra ocasión.
Tras el descanso, y recuperado del impacto que la exaltación
futbolera-eclesial ha producido en mi nivel de adrenalina, sigo paseando por lo que, a juzgar por las placas de las calles –en holandés y en chino- es el barrio chino de Amsterdam donde es curioso entrar en el templo budista chino construido ecientemente. Vuelvo a imaginarme mi barrio con una mezquita con su almuhecín en el minarete, un templo budista chino con sus monjes vestidos de naranja que salen a meditar a la vuelta del castillo y la iglesia de Santa Vicenta con su recién estrenado párroco que juega luego un mus con ellos.
No lo cuento pero suponed que, en todo momento, siempre, 
a la derecha o a la izquierda hay un canal (con barcazas-viviendas en los grandes y barquitas en los pequeños) y, doscientos metros más arriba o más abajo unos encantadores puentecitos, adornados con tiestos de geranios que serían la envidia de mi señora madre, y que todo ello bien merecería una foto en un lugar distinguido del álbum. Si quisiera detenerme a ver todo lo curioso, atractivo, inquietante de los canales, casas y calles de Amsterdam, me volvería loco (o me quedaría a vivir). Es tal la cantidad de estímulos que es capaz de despertar la mente menos despierta y curiosa. Pero eso lo cuento menos porque ya lo dice la guía.
X X X (X X X,  esta traducción es más fácil¡)
Son ya las 11.00, las chichas han avisado que llegarán sobre 
las 12.00 y que, si puede ser, preferirían no hacer la hora y media de cola que hay para entrar a la casa-museo de Ana Frank. Voy para allá. Con este detalle ganaré mini-puntos para salir un día en Pamplona.
De camino veo que marquesinas, edificios, farolas, tapas de 
desagüe, bolardos para que los coches no caigan al canal al aparcar,… llevan marcadas tres aspas. Veo a un agente con el reflectante que dice “Politie” y le pregunto (no está Paula para decirme “Papá no hagas el ridículo¡) a qué se deben estas aspas. Me dice que el aspa es de San Andrés, uno de los apóstoles y patrón de Ámsterdam, que murió en una cruz con forma de equis (“¿y las otras dos?” me pregunto).
Como si fuera “el follonero” de la Sexta entro en una tienda 
y les pregunto lo mismo. La dependienta, segura de sí misma, me responde sin dudarlo que representan los tres miedos que tiene la ciudad: a los incendios (en una ciudad de casas de madera), a las inundaciones (en una ciudad por debajo del nivel del mar) y a la peste (porque los canales son alcantarillas grandes a cielo abierto). Esta respuesta me gusta más.
Un señor que está en la tienda, apasionado monárquico 
al parecer, me cuenta la más “Real” de todas: las tres
equis representan el valor, la determinación y la misericordia, tres adjetivos con los que denominó la Reina Guillermina a la ciudad (¡Qué poetisa ella¡ ¿Sería ya por entonces una monarquía moderna?).
Por lo visto los holandeses no se ponen de acuerdo. 
Lo dicho en la primera de esta serie de cuatro (y última) entregas sobre Holanda: 1 holandés, 1 religión; 2 holandeses, 2 religiones; 3 holandeses, un cisma.

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