10 de octubre de 2010

Vacaciones en Holanda. 2 De Utrecht a Utrecht por Australia (II)

Segunda Parte 

1967. Australia: 8 – Aborígenes: 1
El 27 de Mayo de 1967, veintitrés días de que nazca quien 
escribe estas líneas y veinticuatro de que nazca la australiana Nicole Kidman, se celebra un histórico referéndum por el que la población de Australia garantiza a la población aborigen la plena ciudadanía y el derecho al voto.
1971. Australia: 8 – Aborígenes: 2
Geoffrey Bardon, 31 años, acepta un puesto temporal de 
profesor de Arte en un asentamiento aborigen en el Desierto Australiano Central. Al cabo de unos meses, no despierta la necesaria motivación en sus alumnos.
En su diario, Geoffrey anota “aparte de una larga lista de
enfermedades como la hepatitis, la gastroenteritis y la sífilis, la que con mayor fuerza mata a esta gente es la desesperanza que les lleva a abusar del alcohol y esnifar gasolina”.
El arte occidental y sus temáticas no parece incitar la 
creatividad de los aborígenes. Es él en cambio quien toma gran interés en los diseños gráficos realizados por sus alumnos y. un día, les deja que se expresen en las blancas paredes de las clases y de los pasillos del colegio ganándose el mote de “Mr. Patterns” –“Sr. Dibujos”.
Los alumnos que pintan lo hacen siguiendo las instrucciones 
de un anciano, Old Mick Wallangkarri Tjakamarra, quien es el “kirda”, el depositario de “Dreaming” o Jukurrpa de la tribu –aventuras de los seres aborígenes mitológicos que poblaban esta gran isla antes que los actuales fueran depositados en ella por estos mismos personajes, de cuyos juegos, conflictos y enredos amorosos se origina el paisaje de la tierra australiana y los códigos de comportamiento sexual, familiar y social que harán beneficiosa la vida para los aborígenes- que ha sido transmitido de generación en generación por los abuelos del clan hasta depositarlo ahora en Old Mick.
Bardon pone a su disposición telas, lienzos, tablas, pinceles, 
pinturas, con las que los alumnos empiezan a dibujar diseños de forma espontánea y cuyo significado contiene el espíritu de su cultura, diseños que han tenido soportes efímeros hasta ahora –el cuerpo, la cara, los brazos, la tierra, las rocas, los árboles,…-, figuras mágicas que tenían como fin durar únicamente el tiempo del rito, de la plegaria, de la ofrenda, del recibimiento, de la despedida, del la alegría, del dolor, de la celebración, de la victoria.
Y en menos de dos años, se produce una pequeña revolución 
muy pero que muy pacífica y muy pero que muy artística: más de treinta hombres y mujeres comienzan a pintar en cualquier superficie que encuentran: baldosas, paneles de madera, cortezas de árbol, fruteros, vajillas,….
1973. Australia: 8 – Aborígenes: 3
Bardon deja la escuela dos años después pero su sustituto, 
Peter Fannin, coge el testigo con renovadas fuerzas como coordinador, extendiendo estas “cooperativas de arte” por el resto de asentamientos, gestionando y enseñando a gestionar estos centros, comercializando y enseñando a comercializar sus pinturas y, lo que es más importante, protegiendo los derechos de los artistas, menos universales y menos valiosos probablemente que su cultura y dignidad recuperada.
Nuevas cooperativas se abren por toda Australia y permiten 
a los aborígenes, en algunos casos, hacer valer sus derechos y su cultura con sus obras de arte. Aún así, ellos siguen considerando estas pinturas demasiado sagradas para que sean mostradas al mundo por lo que su difusión es lenta. Para ellos es algo más que arte, es parte de su alma.
1976. Australia 8 – Aborígenes: 4
La Ley de los Derechos sobre las Tierras de los Aborígenes, 
con vigencia en la región del norte, permite a sus propietarios originarios reclamar su propiedad. Con su puesta en vigor, las tribus aborígenes de esta zona de Australia dejan los asentamientos y reservas para irse a vivir a sus paisajes natales preservando así y reforzando su lenguaje y su cultura.
1988. Australia 8 – Aborígenes: 5
En Octubre se presenta en Nueva York, centro mundial 
del arte contemporáneo en aquel momento, la primera exposición a gran escala de arte aborigen. “Dreamings: the art of Aboriginal Australia” sorprende y fascina a sus visitantes y, tras su éxito, a los de Chicago, Los Angeles y, después, a los de Melbourne y Adelaida, ya de vuelta a Australia.
1992 Australia: 8 – Aborígenes: 6
  
No es hasta 1992 cuando la Corte Suprema de Australia legisla
a favor de Eddie Mabo y otros aborígenes en un caso en contra del Estado de Mainland reconociendo los derechos tradicionales sobre la tierra del pueblo de los Meriam, población indígena de las Islas Murray. Esta decisión revoca el concepto de “terra nulis” e introduce el Native Title que permite a los indígenas de toda Australia reclamar sus tierras ancestrales con las que tengan vínculos culturales y políticos.
1997. Australia: 8 – Aborígenes: 7
La artista Emily Kame Kngwarreye (1910-1997) representa 
a título póstumo a Australia en la bienal de Venecia, centro del arte vanguardista fiesta y referente del arte contemporáneo en Europa, reconociéndose así a una de las artistas más significativas de la historia de la pintura australiana y convirtiéndose en la primera artista australiana invitada a esta.
Emily, como buena parte de los aborígenes de Australia 
central, trabaja como cuidadora de vacas y pastora de camellos desde niña. Esta gran dama nacida en los infinitos pastos del centro de Australia empieza a pintar en lienzos y con pintura acrílica en el verano de 1988 cuando ya tiene casi ochenta años, aunque ha pintado durante décadas en ritos ceremoniales de su tribu en las tierras, en los árboles en los cuerpos de su gente. Conoce las tradiciones orales, los secretos del Jukurrpa.
Su imagen, su pasado, su dignidad y su maestría primeros 
con sus pies y sus manos y luego con el pincel la hacen un referente del arte aborigen. Amarga gloria la no disfrutada que une Australia con Holanda, a Emily con Van Gogh, casi 400 años después de que el capitán de Carstenz viera a su gente como desechos humanos.
Qué mejor homenaje que las palabras del crítico de arte 
holandés Jhim Lamorre quien escribió que las pinturas de Kngwarreye estaban “entre las más bellas y más originales obras de arte que había visto nunca en la Bienal de Venecia”.
Me siento afortunado de poder contar, -y sirva de homenaje 
y agradecimiento por hacerme sentir lo que sentí, a esta mujer que nunca conocí- que tras la proyección de vídeo vi la exposición del Museo y me topé con uno de sus cuadros, Summer Celebration, una explosión de color, de vida, de esperanza espectacular.
Me paré, me senté y me quedé admirando el enorme cuadro 
-3 metros de largo por casi 1,5 de alto-, viendo la nube de miles y miles de puntos de colores, como una gran fiesta de fuegos artificiales. Tras décadas de humillaciones, destierro y sufrimiento surge la dignidad y la fuerza de vivir y, en el último tramo de su vida, esta mujer es capaz de sacar su energía, su vida y de expresar tanta alegría en un cuadro.
Junto a éste, Amnooralya Aewlye, es uno de sus últimos 
cuadros cuando ya había perdido prácticamente la vista: sobre un lienzo con fondo negro –la piel del aborigen- se cruzan serpentinas de colores rojos, azules, amarillos,… que representan la lluvia, la energía, que se desliza sobre el cuerpo y lo llena de vida.
Unas lágrimas se escaparon de mis ojos y sentí, fueron unos 
minutos, algo parecido a lo que los filósofos tratan de definir y los libros de autoayuda de conseguir y que creo que llaman felicidad.
Quise compartir este momento, aprovechando las ventajas 
de la tecnología un mensaje voló desde utrecht hasta a dos personas a las que deseaba regalar ese momento atravesando un cuadro tan bonito como su título “Summer Celebration” y tan increíble como su autora.
“Cuando te sientas y no pintas, te siente sola” Emily Kame 
Kngwarreye.
2008. Australia: 8 – Australia: 8 
El 12 de Febrero de este año el Primer Ministro de Australia
pide públicamente perdón a todas las personas indígenas de la nación. De esta manera, dando un paso que los gobiernos anteriores no habían querido dar –con la cobarde excusa de que habían sido otros y no ellos mismos quienes habían cometido las tropelías-, afrontando el pasado y el presente de la “Generación Perdida” se produce la reconciliación de los dos Australias.
Qué maravilloso pensar que de la unión de la técnica 
occidental y el imaginario y figuración aborigen se haya llegado a un nuevo movimiento de arte contemporáneo. Completamente nuevo. Y que ahora es fuente de inspiración a pintores de todo el mundo y fuente de placer para los amantes del arte y, estoy seguro, de los que no lo son.
Al cabo de poco tiempo, lo logrado en Papunya Tula de la 
mano de Bardon se expandió a otros asentamientos aborígenes por toda Australia. Cada pintura del Dreaming ha pasado a ser un producto cultural de mercado, como lo es el arte contemporáneo no indígena.
 
Para las cooperativas aborígenes es una fuente de ingresos
(no solamente de arte vive el hombre…), algo que guste o no necesitan en este nuevo mundo. Pero, a pesar de todo, mantienen su cultura y su secreto, su Jukurrpa, sus pinturas únicamente las entienden ellos, el diseño y contenido de ellas es de su absoluta propiedad cultural, nadie puede quitarles los diseños ni menos imponérselos. Pueden imitarlos pero no serán verdaderos porque no tendrán alma. Solamente ellos son capaces de descifrar las historias, las imágenes que en sus cuadros representan.
Es bonito que nazcan movimientos de arte como éste, que 
a través de la belleza de unos colores combinados en un lienzo, en una tabla, en un árbol, en un cuerpo refuerzan una diversidad cultural aún existente y la mantienen viva, pero no cerrada en reservas temáticas sino en integradas en el mundo de hoy. Su arte aborigen contemporáneo es el canal de comunicación de sus valores culturales, la más bella señal de la indudable necesidad de estas culturas en el mundo de hoy.
Es bonito ver que la mezcla respetuosa enriquece mientras 
que el desprecio y prepotencia envilecen. Ojala aprendamos alguna vez esta lección para que como decía Daniele en la introducción de su libro, nuestros hijos y nietos tengan un mundo mejor.
Utrecht, por la tarde
 
Salgo a la calle, un sol inusual ilumina las casas apretujadas 
que se asoman al canal, se nota alegría por las calles, las terrazas están llenas de gente, las bicicletas alegran el ambiente con sus timbres de aviso. Sonrío. Un señor de barba blanca con un cartel-anuncio nos da la buena nueva: “Jezus is onder ons” (Jesús está entre nosotros). “Sí, – pienso- pero se prodiga poco”.
Son las 3 de la tarde, hora de comer española y de merendar 
holandesa. Ya juntos chio y chicas, comemos en una terraza a la orilla del canal, donde sorprende saber que estamos a 10 metros bajo el nivel del mar. Confiamos en los ingenieros civiles holandeses y en que los diques de Holanda no sean como los de Lousianna americana.
El día se acaba con un paseo en un pedalo por los canales 
por expreso deseo de Paula y María que nos permite hacer un poco el ganso en un día de tantas emociones y poner a prueba la paciencia de los que tratan de disfrutar en una de las terrazas como la que acabamos de estar.
No puedo, evitarlo, hago equilibrio en el pedalo y, antes de 
que mis hijas me retengan y me digan, con toda la razón, que no sea patético, canto, en esta especie de Venecia mederlandesa, la canción universal de la alegría por excelencia (y que no es la de Miguel Ríos):
‘O sole mio
sta ‘nfronte a te!
‘O sole, ‘o sole mio
sta ‘nfronte a te,
sta ‘nfronte a te!
 
La Haya, anochece
Hemos cenado y la familia se acuesta, las luces en la ciudad 
se apagan, los tranvías bajan su frecuencia hasta dejar de pasar, los últimos ciclistas apuran las pedaladas que les lleven a sus hogares, y solamente el chirrido de algún coche dejándose las ruedas al arrancar rompe el silencio.
Yo estoy inquieto. Demasiadas emociones para alguien 
como yo que las filtra poco. Vuelvo a hacer sonar las canciones de Souvenir…
Je voudrai savoir plus du passé
Et toi tu t'en fais pour l'avenir
Moi je pense que tout est fini
Toi, que ça n'a fait que commencer
Ojeo el catálogo de la exposición y a mi cabeza vienen 
Emily Kame, Yumtjin, Marrnyula, Tjumbo,… impronunciables nombres que esconden una vida de sufrimiento y dignidad a partes iguales y de una cierta victoria, agridulce, pero victoria en definitiva de los que suman sobre los que resta, de los que crean sobre los que destruyen, de los que buscan la diferencia frente a los que busca el punto de encuentro, del respeto sobre el desprecio.
Y me viene a la cabeza Paddy Bedford que nació en 1922 pero
no empezó a pintar hasta 1998, con 76 años, y no dejó de hacerlo hasta que murió nueve años después. Y me vuelven a la cabeza sus cuadros en los que con su peculiar estilo representa las rocas, los paisajes a los que pertenecía cuando cuidaba el ganado o los mimi, tímidos espíritus que en noches de calma cuando no había viento, salían de sus cuevas para sembrar las tierras de los Gumbalanya.
Antes de acostarme, leo un poco más a mi tocayo Daniele que, 
en la traducción todo lo fiel que permite mi inglés, nos hace una propuesta:
“Qué debe hacerse , si es que es posible, para entender cómo
las democracias liberales tienen esta peculiar propensión a intervenir de buena gana y con todo el celo cuando una sola persona ha sido asesinada por otra persona y no lo hacen cuando decenas, cientos o miles de personas mueren de hambre.
No sería absurdo poner este altruismo a prueba en las 
catástrofes naturales, cuando no es necesario enfrentarse a otros gobiernos y menos violar el principio de soberanía. Esta prueba podría dar una magnífica oportunidad de probar el efecto combinado de las fuerzas armadas y las organizaciones humanitarias para salvar a la población del hambre o de las catástrofes sin necesidad de luchar contra otros seres humanos.
Una vez que un ejército de rescate permanente haya mostrado
su valía y utilidad, ganándose el respeto (real y no propagandístico, esto lo digo yo) y la autoridad en el mundo, podría dar el siguiente paso, la intervención militar en defensa de los derechos humanos”.
Y me quedo convencido que André Bretón, cuarenta años 
después de aquel 1929, al escribir “Primero, ama. Siempre habrá tiempo, más adelante, de preguntarte sobre lo que amas, hasta el punto de no querer ignorar nada sobre ello” quiso disculparse ante esa Australia aborigen que, por su propio y surrealista desconocimiento, no aparecía en el mapa mundial de la creatividad que su grupo creó.
Al menos a mí, me dejó una frase que no puede mejor 
expresar
que no puedo odiar lo que no conozco 
y es difícil odiar cuando realmente lo conozco, 
que dejando a un lado mis perjuicios, 
mis ideologías, 
mis verdades incontestables, 
mis razones irrefutables, 
mis costumbres inmemoriales,… 
me encuentro con la otra persona, 
tal y como es, 
con toda su riqueza. 
Y en ese momento, es imposible odiar.
Apago las luces y me acuesto razonablemente feliz.
Dnl
Pd. Si os ha interesado, no dejéis de visitar una descripción
preciosa, entendida y apasionada de una artista colombiana (o chilena, no sé) en  http://revista.escaner.cl/node/1317 viendo también algunos ejemplos de pinturas o la web del museo de Utrecht http://www.aamu.nl/current .

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